Visión Financiera
Las cartas sobre la mesa; ni Estados Unidos retirará la Estatua de la Libertad obsequiada por Francia ni México cambiará lo dispuesto por el Te-Mec en materia de energía sin tener que pagar consecuencias importantes.
Que quede claro.
Esto es parte de lo que pudiera estar sobre la mesa durante la reunión entre el Presidente Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador el 12 de julio.
Es claro que lo primero ni soñando se considerará porque lo absurdo de la propuesta ni merece consideración seria alguna.
Lo segundo tendrá que ocupar un espacio sustancial en la cita diplomática de ambos mandatarios.
El Presidente de Estados Unidos dejará perfectamente claro que puede respetar la autonomía de México en materia energética, pero que lo signado en el acuerdo de comercio trilateral que sostenemos con ellos y con Canadá no puede pasarse por alto ni violentarse sin que ellos, los afectados impongan las sanciones previstas por el mismo acuerdo.
Imposición de aranceles compensatorios donde a juicio de los quejosos puedan causar más daño al transgresor de lo acordado.
Nada personal, pero no estamos jugando.
Escapará para el Presidente de México la oportunidad histórica de oro de invitar a sus socios a realizar un esfuerzo por coordinar políticas públicas como región geográfica aliada para obtener de ellos acciones concretas para obtener energía limpia y ventajas a la inversión relacionada con el esfuerzo de reducir la huella de carbono en los esfuerzos productivos al igual que abastecer a sus plantas de manufactura y ciudadanía con energías limpias de buena calidad y sobre todo a bajo precio.
Esto, hemos insistido varias ocasiones en este espacio, abriría oportunidades por de lo que es Te-Mec garantiza, que superaría muy seguramente lo que el acuerdo comercial ofrece a las tres naciones.
Sería un acuerdo disruptivo en el plano de la economía global y sentaría un precedente multilateral histórico por muchas consideraciones.
La pandemia dejó heridas permanentes en la economía global pero también ha abierto puertas y ventanas que todas las regiones del mundo deben de interpretar y distinguir para aprovecharlas.
Una de esas vertientes de oportunidad es el near shoring, tendencia a reubicar a las plantas de manufactura y a los proveedores. México tiene posibilidades de acercar a nuestro territorio a muchas empresas y plantas que antes buscaron a China o a India como proveedores buscando ventajas de precios.
Pero no vendrán gratis y a cualquier precio. Otro de los asuntos que la pandemia ya ha dejado al descubierto es la necesidad de que las empresas globales impongan políticas productivas que en la medida de lo posible al menos detengan un mayor daño al medio ambiente. Esto se puede hacer y se tiene que hacer mediante el compromiso de adoptar el consumo de energías limpias que no solo son más baratas sino que son fundamentalmente menos nocivas en su huella de carbono.
Las grandes empresas exigirán progresivamente a sus proveedores también que adopten políticas en el mismo sentido.
El no hacerlo, debemos anticipar, propiciará la aplicación de impuestos verdes que castiguen la lentitud en la aplicación de medidas en favor del medio ambiente.
Tengámoslo claro.
Vendrán oportunidades que de no ser aprovechadas por nosotros implicará también castigos y lesiones a nuestros intereses.
El Presidente de México no le entiende o no quiere entenderle.
Se va a perder una oportunidad maravillosa para coordinar políticas públicas que mucho nos pueden beneficiar en un futuro a México.
En cambio nos haremos acreedores a sanciones y las ventanas y puertas que ahora pueden aprovecharse se van a cerrar demostrando nuestra incapacidad histórica de ver más allá de nuestras narices.
Debemos garantizar que el próximo Presidente de México tenga los ojos puestos en el futuro y no en días de ayer que ya quedaron escritos en nuestra historia y no precisamente con las mejores calificaciones.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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