Visión Financiera
La factura
El Secretario de Estado de la Unión Americana, John Blinken llegó el 12 de septiembre para participar en el Diálogo Económico de Alto Nivel y es muy probable que no haya desaprovechado la oportunidad para extender algunos jalones de oreja.
El caso es que, oficialmente, Estados Unidos pone sobre la mesa del diálogo una oferta: que México participe junto con Estados Unidos en una cruzada para dominar la producción de microprocesadores cuyo mercado ingresó en una crisis derivado de la pandemia.
Estados Unidos se ha dado cuenta que estratégicamente esa producción está en manos fundamentalmente de los asiáticos. La empresa TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company) liderea la producción de micro chips. Entre Taiwan, Corea y China se reparten el 87 por ciento de la producción de micro procesadores que según la firma Gartner, hacia finales del 2022 tendrá un valor de 676 mil millones de dólares.
Nada más.
El asunto es estratégico para el control de la economía mundial sin duda. Los microprocesadores son elementos cada vez más importantes en la Medicina, la automatización industrial, el sector aeroespacial, fundamental para las telecomunicaciones, la robótica, el sector automotríz, desde luego las computadoras y componentes móviles y la “inteligencia” en las cosas. Están en todos lados y en todos necesarios.
Estados Unidos nos invita a participar de ese pastel no porque le “caemos bien” sino porque NOS NECESITA. Necesita un aliado y socio que además tenga el privilegio de estar cerca de su territorio y no tan lejos como le significa China, contrincante económico relevante de la Unión Americana.
Aceptar la invitación e incluso enriquecerla puede ser un “segundo piso” al TEMEC que garantice inversiones muy importantes en nuestro territorio sobre todo si sobre la propuesta de Estados Unidos pudiéramos agregar nuestra participación en la reconversión energética que va a experimentar el país vecino al norte de nuestras fronteras y que comprendería la producción de energías limpias, fabricación de baterías para autos y muchos otros aparatos eléctricos o electrónicos, bases de recarga para esos autos y motocicletas, la creación de granjas productoras de energías limpias que incluye la fabricación de los elementos que son necesarios para la fabricación de paneles, generadores de energía a partir del viento, de las mareas marítimas, de los rios para no dejar fuera sin mencionar la reconfiguración de los tendidos para la transmisión eléctrica en Canadá, Estados Unidos y México, reto que significaría la inversión de trillones de dólares americanos a lo largo de los siguientes 20 ó 30 años.
También pudiéramos imaginar la creación de centros de investigación, Universidades en la especialidad de tecnologías limpias, centros de estudios para la formación de técnicos, cientos de fábricas relacionadas con los retos, centros de capacitación permanentes, patentes, registros de marcas, empresas nuevas, trabajos de alto grado de conocimiento y buenos salarios así como respaldo de políticas de bienestar para las familias de los trabajadores participantes en este complejo.
Detrás de todo ello miles y miles de millones de dólares necesarios.
La idea sería convertir al área de Norteamérica en una región autosuficiente en el abasto de energías limpias, producción de energías con reducida huella en sus procesos productivos, centros de investigación avanzada. Un polo líder en la reconversión energética que exige el cuidado del medio ambiente.
Pero eso tiene un costo. Habrá que pagar una factura.
Si bien es cierto el Presidente de México declinó hacer un anuncio importante en materia del diferendo energético que sostienen ambas naciones en el marco del TEMEC, eso no puede tomarse como un sí a la propuesta norteamericana.
Porque debe de saber el Presidente de México que la invitación supone por supuesto que México asumirá el reconocimiento de sus obligaciones comprometidas en el acuerdo comercial que con Canadá y con los Norteamericanos sostenemos. Es decir: dejar que las empresas norteamericanas y mexicanas involucradas en la producción de energía trabajen en el marco delimitado por el TEMEC en el que ni PEMEX ni la CFE pueden tener o aspirar a tener ventajas por sobre su competencia.
¿Cree usted que el Presidente de México aceptará declinar parte importante de sus convicciones? No creo y espero sinceramente estar equivocado.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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