
Visión financiera
* Por la razón o la fuerza
Andrés Manuel López Obrador prometió horas antes de tomar el mando del gobierno federal no expropiar. Años más tarde incumpliría su promesa, por la razón o la fuerza.
A decir de un comunicado de Grupo México, fue por la fuerza porque el que llegaran marinos a tomar el control de parte de la concesión que operaba Ferrosur fue considerado por la empresa afectada como sorpresiva e inusitada.
Ya se había hablado del tema en el que había diferendos que finalmente el Presidente resolvió con un decretazo. La expropiación lleva comillas porque en todo caso se trata de una suspensión a la concesión realizada en otro momento histórico por las autoridades federales, pero que se desarrolló al amparo de los artículos de la ley de expropiación.
Para una persona que no respeta más que su ley y reclama a la gente que le sale con eso de que la Ley es la Ley, la higiene legal de la suspensión de concesión o de la ocupación temporal acaba valiéndole nada.
La decisión le afecta a Grupo México a punto de conseguir recursos para concretar la compra de Banamex pero también es un golpe a su comportamiento operativo. Sus acciones bajaron más de 4 por ciento en la mañana de aquella toma sorpresiva e inusitada. Tendrá que recurrir a la ley para defenderse del acto administrativo. Y las tensiones entre el titular del Poder Ejecutivo y el sector empresarial nacional e internacional crecerán como si alguna necesidad tuvieran de hacerlo.
En las prisas por atender otra de sus obras emblemáticas, el Ferrocarril Transístmico, el Presidente toma una decisión que indudablemente no ayuda a su imagen ni a su relación con el capital privado nacional ni extranjero. Cuando se habló de Andrés Manuel López Obrador a candidato a la presidencia de México uno de los temas complejos de atender fue precisamente el del recurso de las expropiasiones, una vía muy socorrida por los dictadores.
No quiero decir, ni remotamente, que Lázaro Cárdenas o Adolfo López Mateos, que ejercieron expropiaciones históricas en nuestro país fueran dictadores, aclaro. Lejísimo de serlo.
En el pasado, emblemáticas e históricas ahora en el tiempo y contexto muestra inequívoca de fuerza que atropella derechos y propiedades de los privados. Un acto de expropiación es visto como muestra inequívoca de un poder que avasalla y da la espalda a los derechos ciudadanos y empresariales. Ahora las alertas están prendidas. Bajo el argumento de que es una ocupación temporal el Gobierno toma lo que cree necesitar y vamos a ver como paga el daño hecho a una personal moral que ejercía una concesión.
Vamos a ver cómo se paga el daño, bajo qué criterios y cuánto tiempo implica eso del temporal.
La decisión afecta a todos. Afecta mucho la imagen del gobierno que siempre ha querido pasar como un gobierno demócrata que respeta el marco del derecho y concede, dice, confianza a los inversionistas para que lleguen a este país y depositen parte de su patrimonio para operar empresas y ganar dinero de manera legítima. Afecta a empresarios involucrados a Grupo México que tendrán ahora que ver trastornadas sus operaciones cotidianas y exige el tema la aplicación de recursos para la defensa del caso.
Afecta al empresariado nacional y extranjero que ahora pone en el panorama de lo posible el recurso de la expropiación y cunde el miedo, exagerado dirán los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, de que la vía expropiatoria pueda ser más usada antes de que se entregue el poder. Parecería que el Presidente tiene una compulsión a dejar inscrito su nombre en la historia de nuestro país al igual que varios Presidentes que él admira.
El Presidente ya está en la historia pero no como él desea.
Lo cierto es que en esta administración eso de la inversión ni se vio ni quiso ejercerse. Para que la inversión privada se ejerza se recomienda antes que lo haga el gobierno (cualquiera del que se trate) y se generen condiciones que sean aprovechadas por los privados nacionales y extranjeros.
En esta administración la ventanilla de la inversión es la más débil en la historia reciente de México. Para tomar referentes cercanos, en la administración de Ernesto Zedillo la inversión pública sumó en promedio el 2.9 por ciento del PIB ; para el gobierno de Vicente Fox alcanzó 4 por ciento, para Felipe Calderón 5.5 por ciento del PIB y para Enrique Peña Nieto 3.9 por ciento.
Hasta el momento, la inversión en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador alcanza 2.5 por ciento cuando debiera ser superior al 6 por ciento y entre más alto sea más generará derrama de los privados.
No hay para invertir. Hay dinero para la renta social que busca clientes que dan votos, no para desarrollar la infraestructura del país que genera condiciones que expresan crecimiento y posteriormente la probabilidad de desarrollo y progreso.
Aunque no sea expropiación sino ocupación temporal el daño está hecho. La kakistocracia que nos gobierna ofrece nuevas muestras de su creatividad.
Por la Razón o la Fuerza es tanto la enseña del Escudo Nacional como el lema nacional de la República de Chile. La frase se remonta a la época de la independencia.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo
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