
Las pugnas arancelarias y el efecto Trump
Nunca México había ofrendado a Estados Unidos a 29 narcotraficantes para que en su justicia se les condene.
Ni siquiera les habíamos concedido al multiafamado y requerido Rafael Caro Quintero, a quien se responsabiliza del asesinato de Enrique Camarena.
Llevaban los gobiernos norteamericanos 30 años solicitándolo.
Debe estar satisfecho Donald Trump de haber conseguido no sólo a esa joya preciada sino además el aderezo de 28 delincuentes más del ramo.
Podemos centrarnos en el resultado o bien en el método del que surgió.
Obligado o no el Gobierno de México cedió a la solicitud, como lo reconoció el fiscal Gertz Manero.
Estados Unidos lo requirió. Se les concedió lo requerido y ni las gracias dijeron.
Faltaron a la más elemental de la diplomacia de reconocer la voluntad del gobierno mexicano al conceder la ofrenda.
No hubo loas a la maravillosa mujer que es la Presidenta mexicana.
Vendrán las facturas. No hay logro de tal tamaño sin que exista una respuesta de quienes han de sentirse agraviados porque no habrá faltado quién les aseguró que en el peor de los escenarios, la cárcel, no serían extraditados.
Los 29 desde el jueves duermen en otros penales que nada tienen qué ver con las comodidades y licencias de que eran objeto en los penales de su país.
Vendrán las quejas de sus cuerpos de abogados que reclamarán airadamente que no medió en el procedimiento respeto a lo que la ley marca como requisito para dar como resultado la extradición.
Dirá el gobierno que no fueron extraditados y en eso van a estar bordando en el tiempo hasta que las huestes afectadas hagan sentir su inconformidad.
Posiblemente con violencia urbana que pagarán no pocos ciudadanos mexicanos que nada tengan que ver con el proceso.
No podemos negar que la ventanilla de los abrazos ha sido cerrada hasta otra ocasión quizá o posiblemente habrá sido clausurada en definitiva.
La absurda e inaceptable política de los abrazos no balazos y el acusar a los malandros con sus madres y abuelitas no ofreció ningún resultado favorable.
Encerrados en penales estadounidenses con procedimientos rápidos, expeditos, que contemplan la pena capital ofrecerán mejores resultados que la repartidera de abrazos del sexenio anterior.
Vamos a ver cómo se ponen las cosas. Lo que sí es cierto y debemos de considerar es que a la Presidenta, convertida en una malabarista que tiene que lidiar con muchas pelotitas a la vez, le acaban de introducir en el proceso no una pelotita de goma sino una granada en activo y sabe que en algún momento el artefacto tendrá que explotar porque ese es su destino.
Ya veremos los a favor y también los en contra.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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