Visión financiera/Georgina Howard
He estudiado los protocolos de integración de carpetas informativas de homicidios dolosos que se aplican en Francia, en Alemania y en Israel.
Esos protocolos marcan los pasos que deben seguir detectives y policías antes de que puedan pronunciarse sobre los motivos de los eventos criminales que atienden y los perfiles de los actores, tanto de los agresores como de los agredidos, involucrados en los casos bajo investigación.
Motivos y perfiles son los elementos que permiten hablar a los medios sobre la verdad de los acontecimientos y cuidar al mismo tiempo no comprometer con declaraciones apresuradas las investigaciones en curso.
Ayer vi con verdadero pasmo la ligereza con la que el encargado de la seguridad en un conglomerado tan complejo como la CDMX, Jesús Orta aseguraba apenas transcurridos los hechos sangrientos de la ya maldita Plaza Artz y basado en la declaración de una de las autoras de los crímenes cometidos que “era producto de un crimen pasional”.
No se guardó ninguna de las reservas aconsejadas para proteger sus propios niveles de información y su real capacidad investigadora.
Recuerdo que cuando un grupo pseudo guerrillero encabezado por Martínez Soriano lanzó unas bombas contra las instalaciones del rotativo La Jornada, el entonces procurador del Distrito Federal le reportó al experimentadísimo Fernando Gutiérrez Barrios que ya “había capturado a los involucrados”.
Visiblemente molesto quien fuera uno de los hombres con mayor oficio policiaco que haya tenido México, le preguntó a Morales Lechuga:
¿Detuvo a todos?, abogado.
Y ante la afirmativa del procurador el político veracruzano le dijo que había cometido una novatada.
Ahora ya no tenían a nadie a quien seguir hasta llegar a las cabezas del movimiento.
Los protocolos de investigación deben ser siempre seguidos al pie de la letra.
En el caso de Plaza Artz ocurrió un desliz tan novato como comprometedor.
Las declaraciones del mando policiaco Jesús Orta se derrumbaron estrepitosamente en cuanto fluyó la información sobre la identidad de los dos israelís masacrados en el lujoso restaurante Hunan.
Los datos de las personalidades criminales de los asesinados; el modus operandi tanto de los que en el estacionamiento del centro comercial Artz dispararon sometiendo a un policía privado para distraer la vigilancia de todo el complejo comercial, como de la manera tan profesional en que trató de huir la sicaria que ultimó al peligroso delincuente israelí, de inmediato colocaron el asunto en la tesitura de estar ante acciones del crimen organizado y de ninguna manera ante un “crimen pasional”.
Algunos medios hablaron incluso, de manera por demás amarillista, de un conflicto entre bandas terroristas.
De manera desordenada, y en ocasiones sin una coherencia en sus contenidos, llegaron las versiones de medios de comunicación israelís como la siguiente:
“El periódico israelí The Jesusalem Post identificó como dos de los criminales más buscados a los delincuentes asesinados en la Plaza Artz Pedregal.
Ni Azulay Alon, de origen israelí y 33 años, quien falleció en el sitio; ni su acompañante, Jony Ben, de 35 años, falleció posteriormente, eran sus verdaderos nombres.
El Jerusalem Post destacó que no es un crimen “pasional” como lo califican las investigaciones de las autoridades de la Ciudad de México, sino se trató de una traición al crimen organizado.
También el Canal 12 de Israel detalló que las víctimas tenían, aproximadamente, 40 años de edad y provienen de Bat Yam y Tel Aviv.
Otro dato que brindó el medio internacional fue que uno de los nombres de los asesinados es Ben Sutji.
Ese fue un dato que no dieron los informes de investigaciones mexicanas; explicaron que Ben Sutji “es un delincuente que fue liberado de las cárceles israelíes hace unos seis meses. Cuando se dio cuenta de que la policía ya lo estaba siguiendo, se mudó a México, probablemente porque tenía una novia allí”.
The Jerusalem Post añade: “En 2001, huyó de Israel con Erez Akrishevsky, quien fue extraditado a Israel hace dos días desde México. Ambos han cumplido penas de prisión por asesinato. En el pasado, Sutji estaba en conflicto con la organización criminal de Mosley Brothers. También se sabe que estuvo asociado con el criminal Ben Cohen y su tío Itzik Cohen”.
Entre las pertenencias de Alon y Jony Ben se hallaron permisos para laborar en México, mismos que se vencerían en 2022.
Es evidente que las autoridades mexicanas están apenas frente a la punta de una madeja delincuencial de muy alto calado.
La preocupación general es encontrar respuestas a preguntas que devuelvan la tranquilidad a los ciudadanos de si la capital de la República está, en materia de seguridad pública, en las manos competentes y experimentadas que demanda.
Que la sicaria “chamaqueó” con lo del crimen pasional y lo de haber contactado al masacrado a través de las redes sociales es un hecho muy peligroso.
¿Alguien nos podrá asegurar si la delincuencia de todo orden rebasó ya los esfuerzos de la jefa de gobierno en materia de seguridad?
Lo que está sucediendo en la CDMX es ya verdaderamente preocupante y la sociedad demanda acciones de respuesta a la altura del peligro en el que está viviendo.
Que la sicaria “chamaqueó” con lo del crimen pasional y lo de haber contactado al masacrado a través de las redes sociales es un hecho muy peligroso.
¿Alguien nos podrá asegurar si la delincuencia de todo orden rebasó ya los esfuerzos de la jefa de gobierno en materia de seguridad?
Lo que está sucediendo en la CDMX es ya verdaderamente preocupante y la sociedad demanda acciones de respuesta a la altura del peligro en el que está viviendo.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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