
Por su día, organizará la Marina torneo de vela al sur de Quintana Roo
CANCÚN, QRoo, 24 de diciembre de 2019.- Más allá de fechas concretas, de creencias, de sectas y religiones, del voraz consumismo y de las nuevas estrategias de mercadotecnia, de frivolidades, personalidades del jet set y políticos, hay un gran y único valor en Navidad.
Y no, no es el delicioso sabor del bacalao –carísimo el noruego– que muchas veces se piratea con atún o tiburón seco.
Tampoco el de los Romeritos, cuyo mole ya no se elabora en casa, como antes, y por el trabajo o las prisas se compra enlatado o embolsado en el súper.
Mucho menos lo son la plazas llenas de ofertas –que no son tan ofertas– y esos vestidos o tenis carísimos o aquellas zapatillas cuyo encanto desaparece después de estrenar.
No es ese pavo rete congelado al que crudo le inyectas vino o tequila, que cómo tarda en cocerse y queda medio duro al servir.
No, no son los bombones que se compran para jugar con ellos en la flama y comer medio derretidos que casi siempre queman tu lengua.
El valor de la Navidad no son las coloridas piñatas, ni el olor a caña y mandarina, ni la colación de los aguinaldos con sus galletas de animalitos, ni siquiera ese sabroso y calentito ponche que siempre se acaba cuando quieres más.
Ni esa deliciosa pierna horneada que huele tan rico y hace agua tú boca.
No lo es la cremosa ensalada de manzana, ya con más pasitas que nueces, porque el kilo está casi en 500 pesos.
Lejos de buscar o hacer la mejor felicitación digital para la novia, el jefe, tu mejor amiga o mandar al grupo, lo mejor de la Navidad, es el amor de Jesús que renace en ti.
Porque como nace Jesús, muy dentro de nosotros –y también del Grinch, aunque lo niegue– renace el deseo de dar (haya mucho o poco dinero), de abrazar (aunque a veces quieras negarlo), de compartir (aunque tú quieres quedarte con la mayor parte), de sentir (aunque sea tristeza, porque se nos adelantó el ser más querido), y sobre todo, de ser mejor ser humano (aunque sea un poquito).
En Navidad nace nuestro deseo de convivir –aunque no siempre se pueda– con los seres que queremos.
Porque muy muy en el fondo, más allá de la soberbia, egoísmo, envidia, crítica y enojo, sabemos que en la humildad, en el perdón, en la esperanza y en el amor que cada persona puede dar se encuentra el mayor tesoro e intentamos en Navidad ser mejores y hacemos el milagro de volver cálida está fría –helada– Navidad.
La Familia Quadratín les desea que esta Navidad sea la más consciente y la cálida de todas.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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