Visión financiera/Georgina Howard
Puede ser un paso importante, pero el paro nacional convocado por colectivos feministas para el 9 de marzo y al que se han añadido sectores de la más diversa procedencia, está planteado entre otras, con una concepción laboral. Se ha mencionado en reiteradas ocasiones, que a las mujeres -me imagino que incluirá hombres paristas-, que no trabajen ese día, no se les descontará el salario. En esa concepción, que significa un deslinde para muchos sectores, se les olvidan de entrada, los millones de mujeres que no trabajan formalmente y que no tienen quien les ayude para cuestiones perentorias en sus hogares, ¿qué sucederá con los más de 5 millones de madres solteras que si trabajan, -algunas como oficinistas, en el trabajo informal o como domésticas-, pero cuyas madres o hermanas -mujeres al fin-, les ayudan en sus casas a cuidar niños y en trabajos domésticos? En ese caso, el paro tampoco puede ser simbólico, porque los niños, al menos, tienen que ser atendidos. Un caso similar se da cuando se tienen enfermos en las casas. En una posición muy cómoda, se ha respondido que en el caso de las mujeres casadas que atienden sus casas, los maridos las pueden sustituir ese día, ¿pero que sucederá si el marido no aceptó el paro y trabajará durante el día? Hay muchas dudas e interrogantes que deben ser tomadas en cuenta, cuando la avalancha de medios se lance a hablar de un paro exitoso. Millones de mujeres quedarán fuera de la cifra que darán oficinas y empresas que solo contarán lo que puede ser contable.
SIGNIFICATIVOS: MUJERES QUE NO CREEN EN PARO
Aunque se han sumado sectores de la derecha y personas que se mueven en el limbo utilitario de la ideología, hay mujeres de esos ámbitos que no se interesan en el paro. Y lo que es más importante, mujeres y sectores de la izquierda que no creen en él, porque consideran que independientemente del ruido que causará, no adelanta nada en los problemas reales de las mujeres. Consideran la marcha del 8 de marzo día internacional de la mujer, como una fecha más proclive para denunciar y dar a conocer los problemas que se quieren erradicar. Ese sector reconoce el paro como un mecanismo legítimo en algunas de las convocantes, pero también como un medio que tratará de usarse políticamente para exhibir intereses. Vienen a la mente las miles y miles de monjas ( más de 40 mil en México), que viven apegadas a un trabajo de conciencia y dan su vida en el accionar de las iglesias, como una especie de esclavitud que no ha sido tema para las feministas. Aunque altos prelados han hecho llamados de cordura en este paro y respeto a las mujeres, nada dicen de la participación de esas mujeres sujetas a sus decisiones. El que se hayan sumado grupos y personas que están en contra del aborto, como una negación de que el cuerpo de las mujeres no es propiedad de ellas y no tienen derecho a decidir sobre la maternidad, vulnera la principal lucha de las mujeres progresistas, de que el cuerpo femenino es propio y deben ser consideradas las decisiones de sus dueñas.
FLAGELOS QUE SE ABORDAN POCO
Por lo general en el repunte de la lucha feminista en los últimos meses -sobre todo en este gobierno, porque en otros gobiernos se vio poco-, se pone énfasis en el feminicidio, violaciones sexuales y otras agresiones, exacerbada la protesta cuando se comete uno de esos terribles crímenes. Se menciona el familiar como uno de los sitios de mayor incidencia. Pero flagelos que conducen a lo mismo como la prostitución y la trata que además de las agresiones que pueden ser mortales derivan en explotación sexual, tipifican casos que sin entrar en el tipo de feminicidio, son muy graves. Además de la explotación sexual, están el esclavismo -prohibido en México por la Constitución- , la compraventa de personas y la desaparición permanente para hacer uso de seres humanos. La gran mayoría de la afectación son mujeres y niñas. En una de sus últimas encuestas, INEGI daba la cifra de 800 mil mujeres en términos de prostitución y la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas, fijaba para México la cifra de 500 mil, aunque ésta es muy variable por el aumento en los últimos años de la trata. De los sistemas que se han aplicado en ese entorno todos sometidos a cuestionamiento, el abolicionismo que prohibe la prostitución como delito, fue firmado a mediados de los años cincuenta como tratado, por la ONU, y México se adhirió, pero muchos de los estados de la república no firmaron. En algunos de éstos siguen funcionando las casas de tolerancia, aunque se observa que las redes han cambiado la forma de ofrecer servicios sexuales en la calle y en esas casas que violaban la Constitución porque realmente eran zonas de reservación prohibidas. El abolicionismo se aplica actualmente en 7 países de Europa y en América, Canadá lo tiene vigente. Mucho se ha escrito sobre un tema que exhibe en las mujeres el tratamiento discriminatorio de género para expulsar hacia esos niveles a muchas de ellas, por lo general marginadas y a algunas de etnias indígenas. Entre los libros que han abordado el tema a niveles históricos y con una investigación amplia que menciona los códigos sanitarios y los comportamientos sociales en México y en el mundo, está La Prostitución (Diana 1973) de Ricardo Franco Guzmán sometido a críticas por el feminismo. Mas recientemente De banqueta y Canapé (Luna media, Comunicación S.A. de C.V 2017), de Humberto Musacchio que también hace un recorrido para converger en la necesidad de una legislación sobre la trata. Ambos libros los hemos comentado aquí, en otras ocasiones.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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