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CANCÚN, QRoo, 28 de abril de 2020.- Cuando confirmaron que su hijo Memo, de 25 años de edad, dio positivo a Covid 19, Ana se sintió muy triste; pero cuando su marido, Pepe, también resultó positivo, se sintió morir.
Los tres viven en Nueva York: Ana, desde los 17 años de edad; allá conoció a Pepe y se casó. Ambos son oriundos de Ecatepec, Estado de México, mientras que Memo, su hijo, nació en Estados Unidos, por lo que fue el único que recibió por parte del gobierno un apoyo de mil 200 dólares para luchar contra el virus.
Ana y Pepe, como residentes, no fueron objeto de persecución como otros amigos que han sido detenidos de forma –dicen– desesperada por policías “gringos”.
“Tenemos una pequeña coffe shop en Floral Park, por allá casi todo mundo se contagió y tuvimos que cerrar. Gracias a la coffe hemos podido pagar atención médica privada”, dice Ana, que recién cumplió 52 años de edad y sufre diabetes e hipertensión.
Pero cómo pasó:
“Memo comenzó primero a dejar de oler y de saborear, después le vino un fuerte dolor de cabeza y mucho cansancio, vino la tos y le costaba respirar. Pero en el hospital privado lo medicaron y regresaron a casa. Fue diagnosticado –tras frotis– con Covid 19”.
A escasos siete días siguió Pepe, de 56 años, que tras ser diagnosticado también con examen con frotis fue mandado a cuarentena por Covid 19.
“Los resultados tardaron tres días, pero recetaron medicamento. La consulta en pesos mexicanos cuesta aproximadamente unos 34 mil. Recuerdo que a Pepe lo llevé a casa y caminé de farmacia en farmacia hasta hallar la azitromicina y lo demás”.
Ana tiene dos recamaras en su pequeño y caro apartamento de Nueva York. En cada una, Memo y Pepe pasan estrictamente la cuarentena, uno tiene móvil; el otro una lap top. Cuando debe darles de comer, abre poco la puerta de cada recámara y les pasa su comida y bebida en platos y vasos desechables, pero usa guantes y máscara.
Ana tiene miedo de contagiarse por sus enfermedades y edad. Ha habido muchos muertos en Nueva York “amigos y conocidos”, dice.
Memo ya se siente mejor, ha dejado de faltarle el aire, ya no está cansado, parece que ha superado la enfermedad, tiene más de un mes encerrado, pero sigue aislado, en espera de un nuevo frotis.
En esta semana, deben someterlo a una nueva prueba para determinar si el coronavirus ha desaparecido de su cuerpo.
Pepe deberá esperar un tiempo más.
Pero el riesgo y el miedo sigue latente en Ana que –dice– a veces siente inmensas ganas de llorar.
“Si no fuera por el aliento de las llamadas de mi familia desde Ecatepec, creo me volvería loca”, dice la valiente jefa de familia que con amor, cuidado y esmero ha atendido a dos enfermos de Covid 19.
Lamentablemente, añade Ana, “dice el doctor que aunque superen la enfermedad no quedan inmunes al virus”.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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