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Trabajador de Solidaridad muere atropellado en Puerto Aventuras
CANCÚN, QRoo, 20 de octubre de 2023.- Los quintanarroenses han aprendido a lo largo de su historia a soportar y recuperarse de los daños de diversos fenómenos meteorológicos, aunque algunos huracanes, como el llamado Wilma, en 2005, han dejado una huella imborrable en Quintana Roo.
Si bien Janet destruyó Chetumal en 1955, y Gilberto enseñó la cultura de la prevención de huracanes en 1988, fue Wilma el que pudo haber destruido a Quintana Roo como destino.
Del 19 al 23 de octubre de 2005, Wilma devastó la zona norte de Quintana Roo, pero no la tenacidad de los quintanarroenses.
La noche del martes 18 de octubre de 2005, los supermercados estaban abarrotados: casi todos compraban agua potable y víveres, ante la recomendación de resguardarse del huracán categoría 5.
Muchos resguardaron sus ventanas con tablas, lonas o costales de azúcar, amarraron carros, mientras conseguían alimento y resguardaban sus bienes.
Wilma llegó con sus vientos el miércoles 19 de octubre a la zona norte de Quintana Roo, y tiró de jalón, postes de luz y dobló la torre de Radio Ayuntamiento en tan solo minutos.
No obstante, fue el jueves 20 de octubre cuando el ojo del huracán tocó tierra en la Península de Yucatán, con vientos superiores a los 230 kilómetros por hora y rachas de hasta 285, y se dejó sentir con toda su intensidad: inundó casas, tiró y secó árboles, rompió cortinas metálicas, dobló barras de metal y cemento en la Gran Plaza, apenas en construcción.
Tiró techos de gasolineras y centros comerciales, bardas, palapas, tronó una rotativa de millones de pesos. Su poder unió el mar de Cancún con la laguna Nichupté y la foto de Plaza Forum de su zona hotelera y el titular de “Se acabó Cancún”, recorrió el mundo.
Los quintanarroenses y los turistas que no se pudieron ir del destino o fueron resguardados en hoteles y escuelas, que fungieron como albergues, permanecieron en el desconcierto, prácticamente incomunicados debido a la poca cantidad de celulares modernos en aquella época.
La furia de Wilma se escuchaba a más de 20 kilómetros de la costa, la lluvia sabía salada. Volaron láminas, botes, cables de alta tensión. Debido a una presión mínima de 882 hectopascales, no había estabilidad y los vientos trabajaban como lo hace una aspiradora.
Primero pasó por la isla de Cozumel, donde posó su ojo, destrozó la ciudad y gran parte del malecón. Wilma decidió recorrer la Península de Yucatán con una velocidad de traslación de siete kilómetros por hora, en dirección noreste.
Wilma trajo destrozos, desconcierto, rapiña, las provisiones se acabaron, días después llegó la luz eléctrica y luego el suministro de agua potable. En Quintana Roo se calcularon, entonces, unas 533 mil personas afectadas.
El huracán había obligado a suspender toda la navegación, la circulación carretera y el tráfico aéreo. Cancún, en ese entonces tenía unos 850 mil habitantes, algunos de los cuales apoyaron a turistas y trabajaron durante el huracán, lejos de sus familiares.
El ojo de Wilma engañó y nuevamente azotó su furia, y fue hasta el domingo 23 de octubre de 2005, cuando muchas familias cancunenses se percataron del desastre al abrir puertas y ventanas.
Las paredes de sus casas estaban llenas de moho, en Cancún ya nada era verde porque los árboles que resistieron, sin ramas, estaban secos. No había transporte, muy poca gasolina. Los centros comerciales habían sido saqueados la noche del sábado 22 de octubre de 2005.
Había miles y miles de damnificados. La destrucción fue enorme, sobre todo en la zona hotelera. La Marina confirmó que cuatro cadáveres fueron arrastrados hacia al sur en la destruida avenida Rafael Melgar, de Cozumel, y otro, en Plaza Punta Langostas.
En Playa del Carmen murieron menores de tres y 14 años de edad, por la explosión de un tanque de gas, mientras a un habitante de Cancún se le incrustaron los vidrios de una ventana.
La Armada de México rescató a 14 tripulantes de un navío que quedó varado en los arrecifes de Banco Chinchorro.
“Mucho de lo que se hizo en 50 años quedó destruido, pero nos vamos a recuperar rápido y a volver a ser un destino turístico de primer nivel”, dijo el entonces gobernador Félix González y así fue, con el respaldo federal y el apoyo de inversionistas mexicanos y extranjeros y con la actitud de los quintanarroenses.
Meses después se reconstruyeron las playas. Como bien dicen algunos políticos, Cancún y los demás municipios de Quintana Roo se levantaron por la tenacidad de su gente.
Con los años, los quintanarroenses han aprendido a respetar y a mantenerse alertas ante los fenómenos meteorológicos. Este 2023 se realizó un simulacro de huracán categoría 3 en plena temporada de huracanes, para que los ciudadanos se encuentren preparados para salir adelante, como siempre lo han hecho, sin importar lo fuerte de los vientos.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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