Solidaridad saldrá de la alerta de violencia de género: Lili Campos
*Parece que está viendo “otros datos” en encuestas de elecciones a presidencia
*La insistencia de un probable golpe de Estado afecta variables macroeconómicas
El Presidente, de nuevo en modo candidato (el modo que más domina y más le gusta) está de malas; con mucha frecuencia se le nota molesto con un gesto poco amigable con el que gusta acusar a sus adversarios, contemplados como enemigos de su proyecto.
De acuerdo con Luis Estrada, director de la firma Spin, en mil 298 mañaneras, el presidente López Obrador ha mencionado 167 veces la frase “golpe de Estado”, cuatro veces “golpe de Estado técnico” y solo 1 vez “golpe blando”.
Pero el que haya ya mencionado casi 170 veces el concepto señala la construcción de un imaginario que se aproveche en comodín necesario, posiblemente, para las horas o días posteriores a la elección de mediados del año.
¿Qué razón tendría un Presidente en alertar de un golpe de Estado cuando todo está en su lugar y su candidata de relevo mantiene una muy holgada ventaja frente a sus opositores?, ¿por qué habría de preocuparse el mandatario si Claudia nada de muertita, siguiendo la consigna de solo cuidarse de no cometer errores?, ¿qué sabe el Presidente que nosotros no?
Quienes conocen de encuestas afirman que es muy probable que alguna o varias de ellas, reportadas en exclusiva para el Mandatario y su círculo estrechamente cercano, alerten ya sobre una reducción sistemática e importante del margen de ventaja que se había reportado meses antes en favor de su candidata.
Eso pudiera servir para entender la paranoica discursiva de la conformación de un plan que maniobre en contra de la posibilidad de que su alumna gane en las elecciones de mediados del año.
En esa probabilidad se construye una carta que pudiera ser puesta sobre la mesa ante un resultado postelectoral que no le favorezca.
Si sigue insistiendo como Presidente, impulsando esa idea, de forma irresponsable, acabará afectando variables que tienen que ver con la economía nacional y con la apreciación extranjera hacia el México del momento.
En la construcción de ese comodín, AMLO articula un ambiente progresivamente alejado de la tranquilidad y confianza del paso por las elecciones.
Una nación fuerte, con un Estado fuerte, con la confianza en el respeto a la voluntad ciudadana expresada en las urnas, con instituciones sólidas cumpliendo sus respectivas responsabilidades y funciones históricas no participan en un golpe de Estado técnico, ni debilitan la confianza en el país.
No puede perder de vista López Obrador que los mercados financieros responden a expectativas y que la falta de confianza en un proceso tan importante como una elección en la que se juega la continuidad de su proyecto puede descomponer las variables macroeconómicas y jugar en contra no sólo del interés económico del país que conduce, también de sus propios intereses y de los de su pupila.
Cuidado con el discurso Presidente; un mandatario no debe (ya demostró que él sí puede) preferir un escenario de desconfianza y rompimiento institucional que responda de una manera equivocada a un resultado electoral que estime inconveniente para el proyecto que él tiene y quiere aplicar en el país a toda costa.
Si algo no está en su lugar o parece comenzar a descomponerse, impulsar la idea de la conjura institucional no parece ser una buena idea, al contrario.Preferible no desacomodar lo que (aún) no está desacomodado.
De forma frágil las variables económicas pueden aguantar a la conformación de una Reforma Fiscal para el 2026 o antes, pero llegar al escenario postelectoral inmediato con acusaciones de fraude o de golpe de Estado no parece en nada recomendable para el futuro de nuestro país.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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