Pide justicia madre de El güero, linch@do en Tekit
FELIPE CARRILLO PUERTO, QRoo, 1 de septiembre de 2019.- Sigue sin mencionar y atender con determinación el creciente feminicidio que padece el país, tampoco alude directamente a las mujeres asesinadas casi a diario, mucho menos a las niñas víctimas de violaciones o víctimas colaterales. No, aún no lo hace, ni siquiera cuando 8 de 25 víctimas masacradas en un bar de Coatzacoalcos eran mujeres, ni cuando la mayoría de los asesinados en Minatitlán, en abril, fueron mujeres y un bebé, ni en el caso de las tres niñas asesinadas y con tiro de gracia en Ciudad Juárez.
Parece inconmovible el López Obrador. Pero en el caso de Coatzacoalcos, con una actitud aparentemente galvanizada, llegó a decir como primicia, que alguno de los responsables del crimen contra parroquianos y empleadas del bar ya habían sido detenidos anteriormente y puesto en libertad por la Fiscalía veracruzana.
Al ser cuestionado por una periodista sobre lo ocurrido sin mayor reacción dijo que el problema “es complicado” y que siendo principal “se resolverá con el tiempo”.
“Saldremos bien de esto”, dice desganado antes de afirmar que este padecimiento es resultado de la desintegración familiar que a su vez es herencia del neoliberalismo.
Se dejó crecer la violencia y la crisis del país tiene que ver con eso y la pérdida de valores, agregó.
En sus conferencias, que cada vez parece ser organizada previamente para la comodidad del líder de la 4T, atribuye como causas de estos sucesos a que los gobiernos anteriores solamente simularon el combate a la inseguridad, a otros factores como la desintegración familiar, la pérdida de valores y el aumento en el consumo de drogas.
“Estos crímenes están vinculados a bandas, delincuencia organizada, no es que haya crecido solo el homicidio o el robo en general, estamos hablando de estos actos llevados a cabo por bandas criminales que se fueron creando durante el tiempo. Si nos vamos a los orígenes estamos hablando de jóvenes de familias desintegradas, que nunca fueron atendidos, éste es el fruto podrido de la política económica que se impuso. No se mide en cuánto se desintegró la familia, y es un hecho que es un problema grave. Lleva tiempo resolver esto, estamos trabajando en ese propósito”, afirma lacónico y como hablando para sus adentros.
Pareciera que para López Obrador no hay prisa, pese a que se asesinan en México a nueve mujeres al día.
Sigue con su ritmo cachazudo, el mismo que da pauta al ritmo que siguen también las instituciones encargadas de investigar, sentenciar y castigar a culpables de los feminicidios, siendo este un problema gravísimo que lacera a la sociedad en su conjunto.
Mantiene sus dichos de febrero de este año cuando señala que la desintegración familiar, el “elevadísimo” crecimiento de los divorcios y la pérdida de valores, como saldos del neoliberalismo, han producido el feminicidio y los homicidios en general.
El Presidente anunció un plan para enfrentar “integralmente” el problema de la violencia dentro de un programa de Derechos Humanos y atención a víctimas de la Secretaría de Gobernación.
Sin embargo, ya pasaron 6 meses de dicho anuncio y aún no expone si existen avances sustanciales en la aplicación de ese plan.
Pero sigue sin poder o querer hablar en concreto de los asesinatos contra las mujeres.
En aquella ocasión, vale la pena recordarlo, respondió rápido a la pregunta de un periodista sobre si en su sexenio habría un plan integral para atender el feminicidio, diciéndole que sí, pero no argumentó, nunca mencionó la palabra mujer o mujeres.
Lo que sí hizo fue una extensa exposición de su cantaleta sobre la familia como la “única institución de seguridad social más importante del país”, pero que el neoliberalismo la ha destruido.
Poco después, si recuerdan, informó casi como decreto que ese modelo económico y social que tanto dañó ya se había acabado y que sus bases serían desmanteladas a más tardar en diciembre próximo.
Sostuvo, como cualquier mortal desconocedor de la historia, que antes del neoliberalismo, la sociedad “no tenía esos hábitos”, o sea que no había violencia ni drogas, y que ahora “por suerte” aún hay valores, que “necesitamos recuperar esos valores”. Indicó enseguida, cosa rara en temas complejos para él, que la destrucción de las familias y sus problemas no están siendo medidos como sí lo es el crecimiento económico.
Afirmando también que el aumento de los divorcios en el periodo neoliberal es elevadísimo y que “se rompió la familia, y eso es lo que hay que ir arreglando”.
Luego, sin mencionar el asesinato de mujeres, ni el fenómeno lacerante que arroja nueve mujeres asesinadas al día, dijo que el problema de los homicidios es muy doloroso ya que suceden al menos 80 homicidios dolosos al día. Invisibilizando con sus datos el problema de los feminicidios que corresponden a una problemática particular, ya que estos son crímenes de odio y no de delincuencia común u organizada como los otros.
Si bien las adicciones son factores predisponentes que exacerban la violencia contra las mujeres, ésta solo se explica dentro de un sistema patriarcal capitalista, o sea, lo contrario a su postura moralina con la que defiende la familia tradicional y los valores cuasi religiosos como antídoto contra la violencia y los asesinatos de mujeres.
Los conocedoras y conocedores del tema de violencia de género y de los femenicidios tienen otros datos: los asesinatos de mujeres ocurren en su mayoría en familias tradicionales y no en las que él llama equivocadamente “desintegradas” producto de los divorcios, ya que los culpables son muchas veces personas cercanas como esposos, padres o abuelos de las víctimas, sean éstas mujeres o niñas, mismos que mantienen probablemente prácticas y creencias religiosas afines al Presidente.
Por lo tanto, no es un asunto que tenga que ver con la falta de valores, es un problema estructural inherente al capitalismo en su etapa más salvaje que hoy llaman neoliberalismo, mismo que se articula con el patriarcado que subsiste gracias a la ideología y valores tradicionales. Es la permanencia de este sistema lo que también explica la destrucción o los daños causados contra la naturaleza, contra selvas y bosques, contra territorios indígenas, contra ancianos y niños, y en este caso contra mujeres.
Entonces, siendo esta la causa solamente podrán atenderse estas problemáticas y erradicarlas si se realiza una verdadera transformación del país desmantelando ya en serio el neoliberalismo. Llegado a la raíz del problema donde se encontrará, en la complicidad de funcionarios y delincuentes, a los verdaderos culpables intelectuales y materiales de estos flagelos sociales, a los que se deberá castigar conforme a la ley.
La estrategia del Presidente es atender a los jóvenes, lo repite y lo repite, que porque las cárceles están llenas de ellos, que bueno su programa, tal vez nunca había existido ni había mayor atención a este sector, solamente que parece ser más política con fines clientelares y no la política pública de un gobierno que ofreció el cambio verdadero.
Y así transcurren los días, llegó el primer informe de gobierno, lo que será éste ya lo presagia la gran cantidad de anuncios que se difunden en radio, televisión, prensa y redes sociales, esta saturación publicitaria oficial que recuerda los mejores tiempos del partido-gobierno que sentó las bases del neoliberalismo y lo consolidó.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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