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CANCÚN, QRoo, 9 de julio de 2022.- El origen de los apellidos hispánicos se remonta a la necesidad de identificar a una persona de otra con el mismo nombre, precisamente cuando la población comenzaba a multiplicarse en la Edad Media.
De acuerdo con el sitio Lo Aprendí De Ti, en la antigüedad no existían los apellidos, como se puede observar en la Biblia, donde a los personajes se les conoce solo por el nombre: Abraham, Moisés, Pedro, Juan, Mateo, Jesús, María y José.
Los primeros apellidos se componían por el lugar donde habitaba una persona o algo que hiciera referencia de dónde vivía para diferenciarlo.
-Llévale este mensaje a Juan.
-¿Cuál Juan? —preguntaba el mensajero.
—Pues Juan, el del valle —explicaba para distinguirlo del otro Juan, el del monte.
En este caso, los apellidos del Valle y del Monte, tan comunes en la actualidad, surgieron como resultado del lugar donde vivían estas personas. Estos se llaman apellidos topónimos, porque la toponimia estudia la procedencia de los nombres propios de un lugar.
En esa misma categoría están los apellidos Arroyo, Canales, Costa, Cuevas, Peña, Prado, Rivera (que hacen referencia a algún accidente geográfico) y Ávila, Burgos, Logroño, Madrid, Toledo (que provienen de una ciudad en España).
Otros apellidos se originan de alguna peculiaridad arquitectónica con la que se relacionaba una persona. Si tu antepasado vivía cerca de varias torres, o a pasos de unas fuentes, o detrás de una iglesia, o al cruzar un puente, o era dueño de varios palacios, pues ahora entiendes el porqué de los apellidos Torres, Fuentes, Iglesias, Puente y Palacios.
Es posible que hayas tenido algún ancestro que tuviese algo que ver con la flora y la fauna. Quizás criaba corderos, cosechaba manzanas o tenía una finca de ganado. De ahí los apellidos Cordero, Manzanero y Toro.
Los oficios o profesiones del pasado también han producido muchos de los apellidos de hoy en día. ¿Conoces a algún labrador, pastor, monje, herrero, criado o vaquero? Pues ya sabes a qué se dedicaban sus antepasados durante la Edad Media.
Otra manera de crear apellidos era a base de alguna característica física, o un rasgo de su personalidad o de un estado civil. Si no era casado, entonces era Soltero; si no era gordo, era Delgado; si no tenía cabello, era Calvo; si su pelo no era castaño, era Rubio; si no era blanco, era Moreno; si tenía buen sentido del humor, era Alegría; si era educado, era Cortés.
Quizás la procedencia más curiosa es la de los apellidos que terminan en -, como Rodríguez, Martínez, Jiménez, González, entre otros muchos que abundan entre nosotros los hispanos. El origen es muy sencillo: -ez significa “hijo de”.
Es así como, poco a poco, durante la Edad Media, comienzan a surgir los apellidos. La finalidad era, pues, diferenciar una persona de la otra. Con el tiempo, estos apellidos tomaron un carácter hereditario y pasaron de generación en generación con el propósito de identificar no solo personas, sino familias.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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