
¿Hacia dónde vamos en la administración de justicia?
Para cuando usted lea estos renglones el Presidente Biden ya habrá tenido un primer contacto físico con su homólogo mexicano.
Muchas cosas tendrán que platicarse y muchas cosas pudieran encontrar una solución a problemáticas comunes, conjuntas, que plantea cualquier relación de vecindad geográfica.
Diría John F. Kennedy que la geografía había hecho a México y a Estados Unidos, vecinos; que la historia nos había hecho amigos, la economía socios y la necesidad aliados.
De la frase debería aprender el Presidente López Obrador. Va a tratar con el mandatario de Estados Unidos en un mundo que es diametralmente distinto al que privaba en la década de los años ochenta del siglo pasado.
El mundo ha cambiado y el entorno global ha exigido que las naciones aprendan que el trabajo conjunto entre los países que conforman una región es la mejor y única manera de obtener mayores beneficios del entorno global.
Así las cosas se entiende al Continente Americano como aquel coformado por tres grandes regiones: la parte Norte, con Canadá, Estados Unidos y México; la parte Centroamericana con 7 naciones soberanas y la parte Sudamericana que comprende a 13 soberanías.
En conjunto hablamos de 23 países con una superficie de 42 millones 549 mil kilómetros cuadrados y aproximadamente mil 100 millones de seres humanos.
La parte más importante de este continente en términos económicos estaría ubicada en la parte norte del continente y nuestro país es la pieza estratégica clave que puede unir los intereses de Estados Unidos y Canadá con el resto de las naciones del macizo continental.
México cuenta desde 1994 con un acuerdo de libre comercio que cursa su segunda generación y fue el primer gran acuerdo comercial de la era global. El Temec, en su segunda edición reitera como instrumento que garantiza a las partes acceso al principal mercado en el mundo y con ello, y gracias a otras vinculaciones comerciales, el aterrizar en el territorio de América del Norte ofrece enormes ventajas de ingreso a la economia número uno a nivel mundial: Estados Unidos.
La necesidad nos ha hecho aliados y dentro de esa alianza, más allá de lo estrictamente comercial se encuentra la posibilidad de trabajar de manera estrecha en necesidades comunes que puedan representar para la región y sus gobiernos y habitantes beneficios para el hoy y el mañana.
El Temec nos ha ofrecido enormes ventajas que mal haríamos en desdeñar.
Entre Enero y Noviembre del año pasado, datos oficiales del Gobierno de Estados Unidos, articulamos un intercambio de mercancías valuada en 718 mil 332 millones de dólares. Esto implica un intercambio de mercancías que en dinero representan un manejo de 2 mil 150 millones de dólares diarios en promedio. Algo así como 90 millones de dólares por hora.
Tome dato de los años 2020 con un superávit comercial para México de 112 mil 78 millones de dólares (mdd) y en el 2021 un intercambio comercial conjunto superior a los 661 mil 139 mdd y un superávit para nuestro país de 108 mil mdd. Ya en el tramo enero-noviembre 2022 superamos lo intercambiado en 2020 y 2021.
Si somos miopes o estúpidos dejamos la relación comercial que siga su curso e incluso le ponemos obstáculos para que siga creciendo, pero si somos visionarios podemos agregar un “segundo piso” a la relación comercial que multiplicaría las inversiones, incrementaría la creación de empresas, haría crecer exponencialmente el empleo formal en México, Estados Unidos y Canadá con buenos salarios, posibilidades de movilidad social y prestaciones agregadas y pudiera incluso implicar un trato preferencial hacia México en lo relativo a políticas migratorias tanto de Canadá como de Estados Unidos.
Esos beneficios pudieran derivar de las empresas que serán necesarias para producir las baterías de los autos eléctricos y la red de proveeduría requerida para abastecer a las empresas automotrices productoras de autos eléctricos tanto en México como en la Unión Americana y en Canadá.
Pero no solo eso, sino las miles, cientos de miles y quizá millones de puntos de recarga eléctrica necesarios en carreteras, ciudades, comunidades agrícolas en los tres países más en los países en el mundo que quieran comprarnos los aditamentos o el servicio “llave en mano”, más lo que tendrá que hacerse para que los paneles solares sean accesibles a toda azotea o techo de las naciones en el acuerdo y de las que quieran comprarnos esos páneles, o para los centros de carga de la energía solar obtenida o para la renovación del tendido eléctrico de los tres países o de terceros.
Tan solo en la renovación del tendido eléctrico de la Unión Americana se estiman en las siguientes décadas la inversión de trillones de dólares americanos. Para no dar detalles de los parques industriáles que ya debiéramos estar preparando para la llegada de las nuevas empresas acogidas a la necesidad del nearshoring o a las fábricas necesarias para generar los microcomponentes que quieren recuperar para conseguir la soberanía estratégica en la producción de estos elementos tan necesarios.
Eso no está en el Temec pero podemos agregarle beneficios en un tendido de segundo nivel o segundo piso.
Atender de manera conjunta los retos que plantea la dinámica económico productiva global coordinando de manera estratégica común las políticas públicas de las tres naciones, en el caso Estados Unidos, Canadá y México, es lo que tenemos que hacer para cumplir objetivos comunes como región.
Eso es pensar en el mañana, no en el pasado.
Debemos entender que es posible sumar en lo individual lo que cada nación sea capaz de lograr invirtiendo su voluntad y sus intrumentos de política pública pero que la suma que se obtenga siempre será inferior a lo que pueda conseguirse si hay coordinación de las naciones y voluntad de sumar estrategias públicas de las tres socios. Aprendamos a trabajar como socios.
Seremos y conseguiremos más si trabajamos como equipo y en ese entendido nos daremos cuenta que los límites que habremos de plantearnos estarán delimitados a nuestras capacidades de imaginar y de buscar de manera uniforme el bienestar de nuestras poblaciones.
Nunca estuvo más cerca la posiblidad de conseguir la enchilada completa, pero recargada, o sea una big, huge enchilada
Huge: enorme.
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