Todos conocemos la frase “se va a dar un balazo en el pie” que recurrentemente es utilizada para advertir cuando alguien está a punto de cometer un error que le dañará y en este caso cae como anillo al dedo para poner en claro algunos puntos sobre la consulta convocada para votar sobre el futuro de Aguakan.
En primer lugar, hay que decir que uno de los primeros efectos que tiene esta consulta -o balazo en el pie- es la división y polarización que ha generado y es curioso, pero aquellos que la impulsaron y que esperaban beneficiarse ahora están desdibujados y no quieren saber nada sobre el tema.
Y esto se explica fácilmente: nadie querría hacerse responsable de las consecuencias, si es que votara más del 35 por ciento y que la mayoría no quisiera que siguiera Aguakan, simplemente porque no sabrían qué hacer con tamaño paquete, que, de entrada, implicaría una millonaria compensación para la empresa por rescindirle el contrato de manera anticipada.
Hay que decir que simplemente dicho pago, que por ley tendría que hacer el gobierno estatal, dejaría quebrado al gobierno entrante y con recursos muy limitados para otras obras urgentes. También lo metería en una serie de juicios para ajustar y aclarar otros temas, y con todas las de perder.
Lo que resulta más preocupante es que no se tenga un plan serio y viable para el remoto caso que Aguakan se fuera. Simple y sencillamente no hay una opción viable clara para sustituir a la empresa, al menos ninguna que ofreciera mejores condiciones de las que ya se tienen actualmente.
Aún estamos saliendo de una situación de emergencia a la que le deberíamos dedicar más recursos y esfuerzos y no en “construir castillos en el aire” a partir de consultas que no llevan a nada, e incluso pueden derivar en graves consecuencias.
Esperemos que el próximo 5 de junio los quintanarroenses seamos conscientes del “balazo en el pie” en que puede resultar si nos equivocamos en esta decisión. Como reza el dicho “nade sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”, esperemos que la inteligencia se imponga y nunca nos enteremos.
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