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CANCÚN, QRoo, 8 de marzo de 2021.- Las demandas de justicia por las víctimas de feminicidios, por las desaparecidas, las violadas… La falta de respeto a los derechos de las mujeres y la confirmación de la candidatura a Félix Salgado Macedonio a la gubernatura de Guerrero, fueron los motivos de la manifestación 8M en la Ciudad de México, y también las vallas puestas a unos metros de Palacio Nacional.
Miles de jóvenes mujeres y también incitadores jóvenes y viejos participaron en lo que ya forma parte de una jornada penosa e imborrable en la historia de México.
El Zócalo de la Ciudad de México rugió con voz femenina, en una mezcla de mujeres y también de adolescentes, algunas incluso con flores y sus paliacates morados o verdes.
Las que salieron a expresarse por causas justas fueron calladas por actos de violencia en un centro histórico que parecía más bien una escena incontenible de guerra, de indignación y de odio hacia la policía, los comercios y los edificios coloniales porque decían “les cuidan más que a nosotros”.
Casi todas las quejas eran para una persona: el presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien corearon canciones e hicieron una advertencia: “nos vemos en las urnas”.
No faltaron aquellas de voces “fresa” que no se acercaron a las vallas, que solo fueron a grabar vídeos de lejos, vídeos de odio.
Tampoco esos halcones que vestidos de civiles les vigilaban muy de cerca.
Algunas menores de edad, quizás sin permisos de sus madres, se dejaban llevar por la horda, en un colectivo que grafiteó, quemó, zarandeó, gritó y también se sintió amenazada de sus garantías individuales, como los y las periodistas que cubrían el evento, ante la ineptitud de los altos funcionarios que no previeron estos hechos y que mandaron a las policías como carne de cañón, para incluso poder ser quemadas vivas por unas feministas enardecidas.
La imagen de aquella protesta multitudinaria de marzo de 2020, se borró.
Se olvidó la pandemia y la sana distancia.
La consigna era también sobre los edificios que el gobierno de la Ciudad de México blindó desde el viernes 5 de marzo.
El Palacio Nacional, donde vive el representante del Ejecutivo fue cuidado desde arriba. Efectivos cargaban artefactos para inhibir drones que se confundieron con armas largas y causaron miedo, pero aumentaron el coraje.
Muchas eran inexpertas ni siquiera sabían lo que era sufrir los efectos del gas lacrimógeno y correr.
Integrantes de colectivos feministas y familiares de víctimas de feminicidio sufrieron el embate policiaco y disparos de gotcha, algunas en los ojos.
La muralla policial que se convirtió en un gran memorial para las víctimas de feminicidios fue convertido en campo de batalla.
El cerco no fue suficiente, decenas de mujeres intentaron derribar la valla durante más de tres horas y se enfrentaron a la policía, que reprimió la movilización con gases lacrimógenos.
En el Monumento a la Revolución, el cerco que colocó el gobierno capitalino también fue intervenido con pintas.
El color violeta de las jacarandas que florecen en marzo en la capital enmarcó la ruta de la marcha de las mujeres, quienes también lucían prenda moradas.
No faltaron las encapuchadas con pasamontañas que fueron rodeadas por los escudos de varios centenares de policías.
Las manifestantes que intentaban llegar al punto de encuentro para la marcha, pidieron que las dejaran salir a gritos y con megáfonos.
Los policías, ataviados con cascos y extintores, las rodearon formando un muro con los escudos, las encapsularon.
Cientos de elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y la Policía Bancaria e Industrial bordearon la ruta de la marcha.
Varias de las policías eran mujeres y recibieron el grito de “traidoras” de parte de las manifestantes.
En el parque de la Alameda un escuadrón aguardaba en perfecta formación rectangular, casi militar.
Delante del hotel Hilton, la valla metálica para proteger el edificio se convirtió en un tambor de guerra.
Algunas manifestantes intentan echarlo abajo a golpe de martillos y patadas.
A unas cuadras de la plaza central, en la avenida 5 de Mayo, el paso de la manifestación fue evidente.
Manifestantes arremetieron contra todos los puestos metálicos de las banquetas.
Ante las altas vallas metálicas protectoras de los edificios más emblemáticos, destacaba un pequeño comercio donde había un cartel que rogaba: “por favor, este puesto es de una mujer de 80 años. Respételo”. Tampoco se salvó del paso de la marcha.
Reclamaban al gobierno haber prometido darles seguridad y no haberlo hecho.
“Nos ha dejado solas”, se quejaban.
Al llegar al Zócalo, la alta muralla que rodeaba el Palacio Nacional fue vulnerada.
Un grupo de mujeres consiguió tirar parte de la valla y la policía respondió con gases lacrimógenos para dispersarlas.
La plaza del Zócalo se convirtió en un incendio de humo morado y blanco.
Quienes consiguieron acercarse al muro lo golpearon una y otra vez.
“No se va a caer. Lo vamos a tirar”, cantaban.
La respuesta fue el gas pimienta, las mujeres se cubrieron hasta que se dispersó la ácida nube.
Lanzaron botellas de plástico y algunas consiguieron despojar a las agentes de sus escudos plásticos para resguardarse del gas.
Varias mujeres heridas fueron atendidas por los voluntarios del observatorio de Derechos Humanos en la plancha del Zócalo.
Minutos más tarde, las manifestantes se percataron de la presencia de varios elementos de seguridad en el techo de Palacio Nacional.
Mientras a ras de suelo, las manifestantes resistían el embate de los gases lacrimógenos de la policía.
Se comentaba que los efectivos arriba del palacio eran francotiradores.
En realidad eran rifles inhibidores de frecuencia para evitar el vuelo de drones, según indicó el vocero de la presidencia, Jesús Ramírez en sus redes sociales, pero ahí nadie veía los móviles.
Lejos del centro de la Ciudad de México, otras calles también fueron intervenidas.
Muchas se dispersaron, pero otras más prendieron una hoguera a un lado de las vallas, gritaron consignas, y unas horas después se marcharon, dejando a su paso parte del llamado muro de la paz caído, botes de pintura vacíos, tapas y algunas flores moradas pisoteadas.
Las que participaron nunca olvidarán que violencia solo genera violencia, mientras en Twitter crecía la tendencia #8MRepresion en el Día Internacional de la Mujer de 2021.
El cansancio de las féminas, su estrés, sus gargantas desgarradas parecieran en vano: siguen los feminicidios impunes y un hombre acusado de violador como candidato a la gubernatura de Guerrero, pese a que ellas, una y otra vez, casi antes de irse, gritaban “nosotras sí te creemos”, en clara alusión a las víctimas.
Con Información y fotos de El País.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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