Contexto

La confrontación y la descalificación son el recurso de AMLO para afrontar el descontento.

El presidente Andrés Manuel López Obrador debe recapacitar sobre sus discursos de confrontación, pues el domingo pasado, independientemente de que su partido Morena, los gobernadores y los alcaldes afines a él se encargaron de traer al Zócalo a miles de acarreados, también hubo muchas familias que lo respaldan.

Sin embargo, otra multitudinaria manifestación que se concentró en el monumento a la Revolución y a la que convocaron partidos de oposición y organizaciones no gubernamentales igualmente reunieron miles de personas que no solamente protestaron en contra de la inseguridad, sino también en contra de las medidas de austeridad y de su política económica que han sumido al país a una recesión. Andrés Manuel López Obrador dijo ante sus simpatizantes en el Zócalo que el país aún resiente las consecuencias de que en 2006 se haya adoptado “una irresponsable decisión que condujo a soldados y marinos a una lucha frontal contra la delincuencia organizada bajo la consigna de limpiar, como fuera, con ajusticiamientos, masacres o exterminio” y pretendió contrastar que en su primer año de administración en la crisis de seguridad que se enfrentó en Culiacán, desató acusaciones de los adversarios de debilidad institucional pero se optó por lo más importante: salvar vidas.

“En esa verdadera prueba de fuego en la que la delincuencia salió a la calle con armas de alto calibre y se vivió un alto riesgo, se prefirió detener el operativo y liberar al implicado para evitar una masacre en la que habrían perdido la vida centenares de personas, la mayoría civiles, gente inocente, según el cálculo que responsablemente hizo en su momento el alto mando de las fuerzas armadas”, justificó y nuevamente aprovechó la referencia para destacar la lealtad de los militares que esgrimió “no está en tela de juicio, no está en duda”.

Al hacer un balance de la situación de seguridad asumió que reducir la incidencia delictiva, constituye “nuestro principal desafío, pero estamos seguros de que vamos a serenar a México con el apoyo del pueblo y con el trabajo coordinado de todo el gobierno”.

En ese sentido, advirtió que es obvio que “esta absurda y desquiciada estrategia no se repetirá y que nunca más se pondrá en riesgo de manera irresponsable ni la vida ni el prestigio de los integrantes de las fuerzas armadas”, a pesar del acoso de Estados Unidos.

No obstante, asumió que el operativo destinado a detener al hijo de Joaquín Guzmán Loera, desató una crisis de terror y miedo en Culiacán, Sinaloa, pero evidenció también “la vigencia de la nueva política de seguridad”. Ajá. ¿Cuál?, nos preguntamos miles de mexicanos. Insistió en que la nueva estrategia de seguridad se dirige a las causas de la violencia, como la pobreza y la atención a los jóvenes, pero al mismo tiempo pasa por la tolerancia cero ante la tortura y cualquier otra violación a los derechos humanos.

Eso está bien, pero falta frenar de tajo la impunidad y la corrupción que tanto pregona, en el Ministerio Público y en los poderes judiciales locales y federal. Con respecto al enfrentamiento registrado el fin de semana en Villa Unión, Coahuila, el Primer Mandatario, luego de reconocer que el Gobernador de Coahuila, Miguel Ángel Riquelme Solís, había logrado mantener a la baja los índices delictivos durante los últimos meses, gracias al esfuerzo coordinado con la Guardia Nacional, antes Policía Federal (PF), la cual tiene presencia en aquella y otras entidades como Durango, lamentó la pérdida de 22 vidas humanas. Al celebrar que las mujeres se manifiesten en paz, López Obrador lamentó que sigan causando conflicto los casos en los que impunemente jueces continúan dejando en libertad a criminales, por lo cual exigió a la autoridad correspondiente que se aplique. A López Obrador se le cuestionó ayer en la conferencia mañanera sobre las marchas a que convocó la oposición en el marco del informe ofrecido desde el Zócalo capitalino a un año de la entrada del actual gobierno federal y respondió ofensivamente. Tras asegurar que se está construyendo una auténtica democracia y no una dictadura, reiteró su respeto al derecho a la libre manifestación de conservadores y opositores apoyadores de personajes como Vicente Fox.

En ese contexto, dijo que durante su administración no se ha censurado a ningún periodista como Carlos Loret de Mola o a Víctor Trujillo “Brozo”, y aprovechó para lamentar y reprobar las agresiones y consignas registradas contra el reportero de TV Azteca, Irving Pineda, y el Presidente del Consejo de Administración de Televisa, Emilio Azcárraga Jean durante los festejos por parte de personas asistentes al Zócalo. Como se ven las cosas, López Obrador ve un México totalmente distinto, al que perciben millones de sus compatriotas y ante la falta de argumentos para confrontarlos, solamente los pretende descalificar según él por ser “conservadores”. Muy mal, y muy mal la economía. Si no corrije y si sigue de necio, poco a poco se va a quedar solo.