Reforzará Universidad Tecnológica de Chetumal oferta académica
FELIPE CARRILLO PUERTO, QRoo, 23 de abril de 2019.- Llegamos al Día Mundial del Libro 2019 en un entorno de crisis. Si en 2013 los mexicanos leíamos 10 por ciento menos que en 2006, si compramos menos libros y vamos menos a las bibliotecas públicas, este año es peor: uno de cada 10 alumnos en Quintana Roo, tienen el hábito de lectura y comprensión, y eso a medias.
Por ello, el Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes se quedó corto en recursos para atender esta deficiencia que padecen maestros y alumnos, o sea, no hay para cuando convertir a México en país de lectores y lectoras que busca la cuarta transformación.
Los días 23 de abril de cada año se celebra el Día del Libro por millones de personas y resulta ser el día más importante del año para lectores, libreros y editores.
El Día del Libro debe servir para dinamizar las actividades culturales de pueblos y ciudades, sin embargo en Quintana Roo tanto la autoridades educativas como culturales dejan de hacer algo creativo, al menos una original ocurrencia, para abatir el rezago en lectura, actividad importantísima si tomamos en cuenta que sin hábito de lectura no se tiene comprensión y esta discapacidad se arrastrará hasta niveles universitarios.
Resulta grave que alumnos por terminar la primaria, secundaria, bachillerato y hasta el nivel profesional, no tengan el hábito de leer.
Mucho más grave es que no tengan una comprensión de lo poco que leen. Si de cada 10 alumnos tal vez uno tenga el hábito de lectura y por tanto de compresión ¿qué futuro esperamos si entre estos escolapios están los que conducirán el futuro de Quintana Roo?
Desde 2012, la Encuesta Nacional de Lectura indicaba que solo 46 por ciento de los mexicanos leía, contra 56 por ciento que decían leer en 2006, es decir, más de la mitad de la población mayor de 12 años ya no lee libros desde hace siete años.
Según algunos pedagogos y profesores de nivel secundaria, los alumnos obtienen malos resultados en español durante las pruebas de PLANEA porque ni siquiera leen las instrucciones y aseguran que este problema viene desde preescolar por la falta de interés de los padres y de las propias autoridades por crear en los alumnos esos hábitos.
Por eso, la crisis en lectura es estructural, una falla del sistema educativo, sobre todo en nivel secundaria donde son muy pocos los docentes de profesión o pedagogos, la mayoría son ingenieros, licenciados, biólogos, personas que no tienen las técnicas necesarias para promover la lectura.
En nuestro caso, el Gobierno de Quintana Roo debe dinamizar la red estatal de bibliotecas públicas a través de talleres de actualización, impartidos por especialistas, a los encargados de cada una de éstas, así como invertir en la actualización de sus acervos.
Siempre será mejor ver libros estropeados y hechos sopa por su constante uso que verlos en vitrinas o en bodegas institucionales bajo llave.
Quintana Roo y el país necesitan de niños y jóvenes capaces de opinar, de dar explicaciones apoyados en argumentos y de describir situaciones.
Si no se trabaja para que a mediano plazo exista en la niñez y juventud una comprensión lectora, la capacidad de plantear un problema, de ubicar personajes, detectar acciones principales, apreciar el contexto y de hacer un relato, entre otras capacidades, se perderá.
Resultará tristemente cierto aquel dicho de que los tuertos gobiernan en tierra de ciegos.
Tal vez la crisis de lectura es realmente un objetivo del modelo educativo para apuntalar el neoliberalismo ante la apatía de gobiernos estatales y municipales, como el de Quintana Roo.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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