CANCÚN, QRoo, 12 de abril de 2021.- El 12 de abril de 1961, Yuri Gagarin se convirtió en el primer ser humano en viajar al espacio exterior, a bordo de la nave Vostok 1, que completó una órbita alrededor de la Tierra. Aquella hazaña le convirtió en un héroe nacional y en leyenda.


Gagarin impresionó al planeta entero, a pesar de la Guerra Fría. Fue su carácter, su cabeza fría, lo que le permitió concretar la misión.


Gagarin vio llamas fuera de su nave espacial y se preparó para morir. Su voz rompió el tenso silencio en el control de tierra: “Estoy ardiendo. Adiós, camaradas”. El cosmonauta no sabía que lo que observaba desde una escotilla era una nube de plasma que envolvió la Vostok 1 durante su reentrada en la atmósfera terrestre, y que aún iba camino de regresar a salvo, después de su vuelo pionero, que duró 108 minutos.


La misión del 12 de abril de 1961 tuvo fallos técnicos y emergencias, desde una escotilla de la cápsula que no se había cerrado adecuadamente, hasta problemas con el paracaídas en el último momento antes del aterrizaje.
De entre una veintena de pilotos de la fuerza aérea soviética Gagarin fue el elegido. Los factores que decidieron su paso a la historia su carácter tranquilo, su capacidad para aprender rápido y su gran sonrisa.


El vuelo pionero de Gagarin, en el que completó una órbita alrededor de la Tierra, le convirtió en un héroe en la Unión Soviética y en una celebridad internacional. Tras poner en órbita el primer satélite del mundo con el lanzamiento exitoso del Sputnik en octubre de 1957, el programa espacial soviético se apresuró a asegurar su dominio sobre Estados Unidos poniendo un hombre en el espacio.


En su urgencia por ganar a los estadounidenses, el programa espacial y de cohetes soviético sufrió una serie de fallos en 1960, incluida una desastrosa explosión en una plataforma de lanzamiento en octubre en la que murieron 126 personas.


Como Gagarin, los oficiales soviéticos estaban preparados para lo peor. No se instaló un sistema de seguridad para salvar al cosmonauta en caso de que hubiera otra explosión del cohete, ya fuera en el despegue o más tarde.
Además de los posibles fallos de motor y otros problemas técnicos, los científicos dudaban de la capacidad de una persona para soportar las condiciones del vuelo espacial. Muchos temían que el piloto pudiera volverse loco en órbita.


Sentado en la cápsula, Gagarin silbaba una canción. “Poyekhali!” (“¡Allá vamos!”), exclamó cuando despegaba el cohete.


El resto es historia.
(Con información de El Financiero, El País y Sin Embargo)