Visión financiera/Georgina Howard
Desdeñado, repudiado, apartado casi con asco, sin espacios en medios, Donald Trump le quitó la mitad de los electores a los demócratas, al expresidente Barack Obama, al cártel de las encuestas, a los grandes y poderosos medios de comunicación, a los más prestigiados columnistas y editorialistas, al sistema electoral pensado para gobernar con una élite de grupos de interés y a todos los que predijeron que estaba derrotado antes de las elecciones.
Pero el problema no es personal o de victoria propia, sino que Trump volvió a dejar claro que existe una gran parte de la sociedad estadunidense que había sido desdeñada por el establishment demócrata-republicano y sobre todo la gran coalición Clinton-Bush-Obama que tenía el control del aparato de inteligencia y seguridad nacional y al complejo militar-industrial-mediático-tecnológico-corporativo-espionaje que había construido un Estado policiaco de control social, éste sí el verdadero fascismo estadunidense.
Como aquí se escribió desde 2016 en que apareció Trump como candidato incrustado en el Partido Republicano como un outsider del Estado de los poderosos grupos de intereses, el empresario era un verdadero desafío a las ciencias sociales. En dos ocasiones Trump se ha impuesto al aparato de poder que controlaba el Estado estadunidense desde el derrocamiento de Richard Nixon en 1974.
Y ahora existe el fermento de un trumpismo como corriente social entre los tradicionalistas y amafiados demócratas y republicanos.
–Una fuerza capaz de imponerse sobre el control de los grupos dominantes.
–Una mayoría silenciosa que engañó dos veces a medios y políticos tradicionalistas.
–Una nueva corriente social ajena a los intereses del Estado, del establishment de los medios corporativos que han controlado la opinión pública y que operaban como aparatos ideológicos del Estado demócrata-republicano.
–Una nueva agenda nacional que ya no pasa por las viejas promesas tradicionalistas que mantenía el modelo de concentración del ingreso en una élite de ricos.
–El fermento de un nuevo sistema representativo en donde los funcionarios en verdad representen a grupos sociales y no a grupos de intereses económicos y de poder militar.
–Un nuevo sistema de partidos fuera del control oligárquico que domina hoy al Partido Demócrata y al Partido Republicano. Trump abrió el camino para candidatos independientes dentro de los partidos vía elecciones primarias o sin pasar por los partidos y en contacto directo con la sociedad.
–Una nueva política de seguridad nacional no basada en el gasto militar para defender aliados, en el paraguas de dominación internacional y en la seguridad nacional de dominación de Estados, gobiernos y sociedades.
–Un nacionalismo social y económico que permita la reconstrucción del poder económico estadunidense.
–El fin de la democratización del mundo que convirtió a la Casa Blanca en la policía internacional para calificar, certificar y caracterizar validez de regímenes y gobernantes en función de intereses económicos.
–Y lo que estaría causando preocupación en el viejo establishment militar-empresarial-mediático-diplomático: una política exterior basada en el fortalecimiento de una política interior.
El análisis final de las elecciones tardará algunas semanas, una vez que se asiente el proceso electoral. Pero un dato queda como apunte importante: la complicidad de las élites republicanas de la familia Bush con los intereses del grupo de poder de los Clinton y los Obama expresado en lo que puede llamarse la traición de Bush en Texas y Florida, al operar a favor de Biden contra Trump. La victoria de Trump en esos dos estados derrotó los intereses de Bush y sus aliados del grupo de poder 9/11 que se apoderó del sistema militar, de seguridad y de espionaje.
Y en el mismo sentido, Trump aplastó a la comunidad demócrata-republicana de Clinton-Bush-Obama de servicios de inteligencia y seguridad nacional civiles, militares y privados, porque en septiembre casi quinientos funcionarios y exfuncionarios pidieron el voto por Biden para evitar la consolidación del nuevo enfoque de seguridad nacional y espionaje de Trump. A varios de los firmantes Trump los había despedido con deshonor por incompetentes y traidores.
Al margen del resultado oficial final que tardará unas horas, no podría hablarse de un trumpismo, pero si de grupos sociales liberados por Trump y orientados a la construcción de un sistema representativo que beneficie al ciudadano y no a los grupos de poder del establishment demócrata-republicano.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
Síguenos en Facebook, Twitter, Threads, WhatsApp, Telegram, TikTok, Instagram, YouTube