CANCÚN, QRoo, 7 de julio de 2019.- A unos 30 minutos de Cancún en automóvil, y a no más de 45 minutos en transporte público, se encuentra Isla Blanca, un verdadero paraíso de Quintana Roo, pero olvidado por sus autoridades, que se ubica en la zona continental de Isla Mujeres.

Su mar transparente, de tono verde, con muy poco sargazo y su suave arena blanca, le hacen un lugar de ensueño, por su ancha y extensa playa.

Está al suroeste de isla Contoy y al noroeste de Isla Mujeres, colinda al oeste con la laguna Chacmuchuc, al este y al norte con el mar Caribe y al sur con Punta Sam.

Es una franja costera de aproximadamente veinte kilómetros de longitud: su parte más ancha tiene de 850 metros y la más angosta, unos 500 metros.

A solo mil 500 metros de su costa este, se encuentra la parte más septentrional del Sistema Arrecifal Mesoamericano.

Cuando hay huracanes, el mar tapa la parte más angosta de la playa de arena blanca y cruza hasta la laguna Chacmuchuc, entonces pareciera que es una isla, por eso se llama Isla Blanca.

El lugar es el punto de salida más cercano para embarcarse a Isla Contoy y un sitio de salida para observar tiburones ballena, en la temporada de mayo a septiembre.

En la laguna, se puede practicar la pesca deportiva. Hay róbalo, palometa y macabí, también es un sitio ideal para la práctica de kite surfing, kayak y ciclismo.

A la orilla de la laguna hay orquídeas de manglar, de un impresionante color rosa.

Dicen quienes viven ahí que a veces también se ven tucanes, monos, tlacuaches, cocodrilos, sereques, iguanas, serpientes, tortugas y muchas especies de aves como garzas, pelícanos, cormoranes, águilas pescadoras y fragatas.

La arena que separa la playa de la laguna es pachona, pica al tacto los pies por conchitas quebradas.

La Chacmuchuc tiene un sinnúmero de cardúmenes, algunos son peces muy chiquitos, es un lugar donde se escucha muy temprano el canto de todo tipo de aves y se pueden observar, todavía, en pleno siglo XXI, a los flamencos en su hábitat, ni siquiera se inmutan ante la mirada del ser humano.

Antes había más, dice don Esteban, quien regularmente viene todos los días hasta Isla Blanca, en la camioneta de servicio público a las 7 horas y se regresa a las 16:30 horas, “porque es la última que pasa”.

A las 11:30 horas, explica, llega otra, pero solo vienen desde El Crucero, en Cancún, tres camionetas al día.

Sin embargo y pese a la dimensión e importancia turística de esta playa que pertenece a la zona continental de Isla Mujeres pareciera tristemente olvidada.

Hay un restaurante con unas cuantas palapas en un lado, y al fondo, un campamento con algunas casas de campaña y dos baños móviles.

Los visitantes en su mayoría son procedentes de Quintana y de Yucatán.

Acá, parece que no saben de la reducción de usar plásticos de un solo uso, hay un solo bote de basura y muchas colillas, fichas, popotes y tapas de refresco en la arena.

En Isla Blanca no hay luz ni drenaje, tampoco agua potable, pero sí un apestoso hoyo, entre la playa y la laguna, donde se observan desechos orgánicos, que amenaza tristemente contaminar esta impresionante belleza natural.

Por la noche, a lo lejos, se observan las luces de Isla Mujeres y de Cancún, se escucha el ruido rítmico del mar y también, a simple vista, se admira el firmamento y todas las estrellas que jamás se han visto juntas y tan cerca.

Lamentablemente, trabajadores, por falta de apoyo gubernamental, capacitación e ignorancia realizan una deficiente recoja del sargazo y se llevan infinidad de arena.

Los estragos se ven a simple vista, y algo peor, entierran el plancton para que el visitante pueda disfrutar de esta playa que en belleza puede superar a Cancún, sobre todo por su limpieza y anchura.

Para llegar a Isla Blanca, los vehículos deben atravesar varios kilómetros de terracería en un camino al que han llamado Isla Blanca, hasta llegar a un pequeño poblado donde contrastan edificaciones lujosas en construcción, del lado del mar, y pequeñas palapas, del lado de la laguna.

No podía faltar un minisuper, que en realidad es un pequeño comercio que vende chelas, refrescos, algunas frituras y repelente. Tiene dos grandes hieleras y de vez en vez tiene que cerrar “para ir por provisiones”, ya que la demanda es mucha y hasta allá no llegan los proveedores.

Isla Blanca es pues un paraíso olvidado de Quintana Roo: tan cerca del destino turístico más visitado del mundo y tan lejos de la atención gubernamental y los servicios públicos.

Aún así Isla Blanca, es una belleza natural única en el mundo, digna de visitar, de disfrutar y de admirar.