Destacan alcaldes de Quintana Roo en reunión histórica con Sheinbaum
Si creciéramos lo necesario, que no lo hemos hecho por cierto, igual no hubiera servido de algo.
El paradigma no es crecer, sino romper las desigualdades que impiden el crecimiento.
Si existe la pobreza en México en los niveles tan extremos como ahora tenemos, es porque la clase política la ha consentido y los ciudadanos, dentro del estado, lo hemos permitido.
El Político que asumió el combate a la pobreza como su escudo político y que ahora es titular del Poder Ejecutivo, habrá de entregar con el poder un México más pobre y sin haber cambiado un centímetro cuadrado las condiciones estructurales que desde el siglo anterior marcan a nuestro querido país como uno con condiciones de desigualdad similares a las que padecen otras naciones en África
Andrés Manuel jugó la carta de la continuidad como fundamental, pensando en un cambio que gozara con más tramos sexenales como territorio de acción ideal y en el último tercio de su gobierno la balanza ofrece mucho más pendientes, erratas, e incógnitas que certezas, resultados y claridades.
Lo que tiene que hacer la oposición es reconocer los pendientes y luego de priorizarlos proponer las estrategias que deben guiar una recomposición de la realidad mexicana, el proceso de reconstrucción estructural.
Debemos reconocer que el reto no debe ser el crecimiento económico, sí atacar y establecer la estrategia para revertir progresivamente las varias desigualdades que dibujan nuestra realidad y que entorpecen el crecimiento.
Debemos convertir el combate a ellas una prioridad y determinar una estrategia económica de largo aliento que las supere para que, entonces, la economía pueda crecer y con la voluntad política necesaria, propiciar una justa distribución del ingreso o al menos uno diferente al que se ha ejercido en los pasados 60 años.
Crecer no garantiza reducir la pobrezas.
Llevamos 130 años de calamidades que prácticamente no cambian.
En el primer censo nacional realizado a México en 1895 ya Guerrero, Chiapas y Oaxaca eran los estados más pobres. Lo siguen siendo ¿Qué carajos hicieron los presidentes al respecto?, ¿nadie se dio cuenta de que ello no cambiaba?
México está quebrado.
En su territorio hay dos realidades incompatibles y extremas que de seguir profundizándose y alejarse una de la otra pudieran fracturar el pacto federal.
La consecuencia de malos diagnósticos y por consecuencia malas estrategias pudieran fracturar en definitiva al país.
Si queremos crecer tendremos que poner un alto a las desigualdades que impiden el crecimiento económico y cancela la opción del desarrollo.
Le pregunto al lector (a) lo siguiente: ¿cómo explicar que Campeche con una enorme riqueza petrolera y enormes beneficios económicos, ha entregado a las finanzas federales como resultado económico, entre 1980 y 2019, un crecimiento promedio anual de -2.3%, de -3% promedio anual entre 1990 y 2019 y de -4.7% entre 2000 y 2019 ¡fue un saqueo!
Guerrero tiene entre 1980 y 2019 un crecimiento promedio anual de 0.1%, de 0.5% entre 1990 y 2019 y de 0.6% entre 2000 y 2019.
¿Qué no tuvo gobernadores Guerrero?, ¿no tuvo titulares del Poder Ejecutivo Campeche?
Para el caso de Oaxaca los datos son de 0.2% para el primer período (1980-2019), de 0.6% entre 1990 y 2019 y de 0.4% entre 2000 y 2019 según señalan datos del INEGI retomados por Raymundo Campos Vázquez en la obra recién editada Desigualdades. Por qué nos beneficia un país más igualitario.
Tabasco es otra calamidad. Tiene para los mismos períodos resultados de -0.8%, -0.6% y -1.0 por ciento. La pregunta es si no hubo un Presidente de México que se mostrara preocupado por esos resultados.
Si hablamos de Tlaxcala tiene -0.3%, +0.2% y -0.6% ¡más que una pena, una vergüenza!
¿En 39 años no fuimos capaces de distinguir que había estados con esos resultados económicos lamentables?
Parecería que la pobreza es una realidad consentida más que combatida.
Como parte de esta tremenda realidad tendremos que anotar, como lo hemos expuesto en columnas anteriores que este Gobierno, con vocación de partido de oposición, habrá de entregar el poder con niveles de pobreza similares o posiblemente mayores a los que recibió el mandato.
Inexplicable que contando con el mejor diagnóstico y vocación irrenunciable de ver primero por los pobres, no haya sido capaz, ya no digamos de reducir la pobreza, de establecer las bases de una estrategia de largo aliento para romper las condiciones que han propiciado la inequidad en la distribución del ingreso.
Porque dar dinero gratuito en ventanillas si bien es una parte de la estrategia no debe ser la única acción de política pública para enfrentar a la pobreza y la pobreza extrema.
Faltan acciones, faltan políticas públicas porque como hasta ahora se han conducido para atender la pobreza, ciertamente las vocaciones parecen claramente clientelares en los que mexicanos no dejarán de votar por el partido en el poder con tal de no perder los depósitos recurrentes.
La oposición avanzará en la medida en que tome con seriedad el tema de la economía, no con el ánimo de retomar el paradigma del crecimiento económico como eje de la propuesta electoral, debe hacerlo a un lado para prometer con una estrategia de largo aliento, soportada en una reforma hacendaria que ayude a la eliminación de las desigualdades que son las muchas piedras que obstaculizan obtener el crecimiento.
¿O seguimos jugando con la pobreza como moneda de cambio?
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo
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