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CANCÚN, QRoo, 5 de diciembre de 2020.- Este 6 de diciembre muchos bikers han salido a celebrar el día del motocilista, el cual se festeja el 1 de diciembre en muchos países del mundo… algunos han tomado las medidas necesarias para evitar contagios en las concentraciones… en el caso de éste, su amigo y confidente de carretera, veo tristemente a la Gorda estacionada, esperando el momento de regresar.
Tenemos ya varias semanas que la salud ha mellado la condición física, aunque hemos logrado superar los efectos del Covid 19, las consecuencias y secuelas de esta enfermedad aún se hacen presente, una falta de aire que debajo del casco se hace latente, una debilidad con dolor de huesos que impide conducir y maniobrar la moto correctamente, que hace casi imposible realizar cualquier viaje.
En la memoria quedan los recorridos a Chetumal, justamente hace un año con mis hermanos de Ovejas Negras, lejano veo aquella concentración en Progreso, Yucatán… Ni qué decir de las concentraciones en Guadalajara, Monterrey, Mazatlán y, por supuesto, mi bonito León…
Hablando y discutiendo con bikers de cepa, esos que llevan aceite en las venas, esos que mil kilómetros apenas son una salida banquetera, he logrado entender que el motociclismo se lleva en el corazón, en las actitudes, más que en la forma en el fondo, hay ocasiones en donde podemos rodar cientos de miles de kilómetros, pero no entender lo que significa amar este deporte, esta terapia, esta emoción.
Alguna vez alguien me dijo que si no sentía amor por subirme a la moto, si no lograba emocionarme con el sonido del motor o del escape, ni recorriendo el mundo podría encontrar el sentido al motociclismo. Me queda claro que los motociclistas somos personas forjadas en un crisol diferente, concebimos el mundo de distinta manera, pero también sentimos diferente, viajamos diferente, amamos diferente.
Desde el asiento de mi Roadstar, el mundo se siente, se vive y se emociona diferente, desde el asiento de sus motos creo que es lo mismo, por eso, celebró a quienes viajan, a quienes por alguna razón tuvieron que guardar el cuero y la moto, a quienes recorren el mundo en una 150 o en una 1800, celebro a quienes vendieron la moto para salir adelante de la pandemia… pero, sobre todo, celebro a quienes a pesar de todo, no dejan de amar a sus máquinas, a sus fierros, a quienes en el corazón lo llevan tatuado: Afortunadamente, sé que esto, como la pandemia, es temporal.
El moticiclismo es una pasión, un deporte y una actitud, en donde lo importante es disfrutar, conocer y si es posible enamorarse una vez más de la carretera. No digo que todo propietario de motocicleta es motociclista, no, lo que digo es que todo aquél que descubre la pasión por el motociclismo, puede tener o no una princesa para rodar, pero un gran amigo, Gerardo DobleMuerto Revueltas, me ha enseñado que con o sin moto, somos hermanos, somos… y siempre seremos amantes de las dos ruedas.
Por eso felicidades a todos, los que de alguna manera han encontrado el amor, la pasión, la tranquilidad, la esperanza, la calma, la soledad, la incondicionalidad… eso que se encuentra sobre dos ruedas a 180 kilómetros por hora, debajo de un casco y con el viento de frente.
Porque las lagrimas las seca el viento y los gritos los calla el sonido del motor.
Buenas rutas, mejores experiencias y muchos kilómetros por avanzar.
¡Hasta el próximo abrazo!
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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