Visión financiera/Georgina Howard
Los gobiernos fueron omisos al problema real de la niñez. Les importó más el estatus, la escuela bonita y prestigiada y el honor de haber pertenecido a ella. La educación es, además, un filón de oro. El problema de la mochila segura es más complicado de lo que parece.
Lo que debería de ser un simple compendio de libros, cuadernos y lápices, es un receptáculo de muchos de los males que padece la sociedad mexicana.
La terrible tragedia protagonizada en Torreón por un niño de doce años que llevaba dos armas, mató a su maestra, hirió a varios y se suicidó, destapó lo que siempre se ha sabido pero fue hecho de lado: la falta de comunicación entre padres e hijos -hay una campaña al respecto en este momento-, la ineficacia magisterial para detener el bullying y el poco interés de la sociedad por hacer colectivo el problema de la niñez al centrar sus intereses, superficialmente, en lo particular.
A esa complejidad se encima la enorme diferencia económica en el país, el caso de padres -mujer y hombre-, que tienen que trabajar en jornadas largas, alejados de sus hogares, el machismo que deja en manos de las mujeres la solución de los problemas del hogar, el amasijo de valores moraloides que han dado ciertas religiones, la violencia estimulada por los medios de comunicación electrónicos y digitales, las campañas permanentes de odio de los medios escritos que impactan en un medio social en donde los niños son receptivos y los preceptos longevos en las familias basados en consejas y creencias populares. En una mochila no puede caber tanto.
PARA CORRER MAESTROS Y AMPLIAR ESCUELAS PRIVADAS
En México la educación tiene un respetable artículo constitucional que plantea a altos niveles la formación de los niños. Pero en la práctica, los niños son solo el elemento que define -sobre todo en cuestiones presupuestales-, la política educativa del gobierno en turno, la planta laboral, el porcentaje que corresponde a la empresa privada, etcétera, pero el niño como el ente central no queda muy claro.
Teóricos, académicos y muchos maestros tienen sensibilidad en ese aspecto, pero en general el personaje central, el niño, suele ser minimizado no importa su edad, ni su grado. En el sexenio de Felipe Calderón se produjo la gran tragedia de la guardería ABC, que todavía no alcanza justicia plena. Murieron 49 niños y muchos quedaron afectados o mutilados.
En el pasado sexenio vivimos largos avatares, con una reforma educativa que tenía como prioridad el interés de modernizar sistemas, refundar la educación con más participación al sector privado -que ya lo tiene y bastante-, y aminorar la presencia magisterial a la mínima expresión. Fue un sexenio en el que se vivió el acoso permanente a las fuerzas magisteriales divergentes, pero en el que la esencia de esa reforma, los niños, estaba ausente.
La reforma educativa de EPN no convocó a los maestros, mucho menos a los padres, pilares ambos de la educación. Fue en esa etapa cuando se exhibió con más fuerza la situación del bullying, de la niñas embarazadas -muchas de primaria-, el aumento de la deserción escolar y la desigualdad de la enseñanza educativa en cabañas miserables contra planteles lujosos de los niños ricos.
Se reafirmó el programa de la mochila segura para esculcar no solo los útiles escolares, sino lo más profundo de la intimidad de los niños.
LA MOCHILA MÁGICA QUE PERDIÓ A SCHLEMIHL
Aquel hombre misterioso abrió su maravillosa bolsa, cartera, o mochila para los tiempos actuales y le enseñó todas sus riquezas, entre ellas la bolsa de Fortunato que creaba oro, y eso perdió al pobre joven Peter Schlemihl.
Lo que es una triste realidad, ha sido llevada de muchas formas a la magia de la ficción. Los grandes poetas y escritores tomaron de esa realidad personajes y dramas y tragedias para hilar sus fantasías.
Nacido en Champagne Francia en 1781, Adelbert von Chamisso retomó el drama de no tener la sombra después de varias bromas que hizo y le hicieron sobre el particular.
Su gran obra La maravillosa historia de Peter Schlemihl sobre un joven que vendió su propia sombra de manera insensata, ha sido punto de partida de muchos análisis sobre el significado de perder la sombra. En otra ocasión lo comentamos aquí.
Poeta y naturista llegó pobre a Alemania a los 14 años y ahí se formó y escribió su obra. Hoy es reconocido no solo como poeta, -hay estatuas de él en Alemania, incluso en el parque botánico-, sino como el naturista que fue. Su obra, escrita para niños, es sobre un joven que vende su sombra para salir de la pobreza y se encuentra con la triste realidad de que sin sombra es despreciado.
Decepcionado se va a recorrer el mundo y a dar a la humanidad sus aportes naturistas, para reivindicar su error. El Premio Nobel 1929, Thomas Mann, nacido 137 años después de la muerte de Chamisso, hace un largo prologo de su libro (Bruguera -Libro Amigo 1982) en el que destaca ya sobre la vida real del francés, como aquel hombre encontró en su obra, la vida que había perdido en su niñez y juventud, al. convertirse en gran poeta y naturista. Esto último como su personaje Schlemihl. Mann aborda la ausencia de sombra como los atributos que tiene un ser humano en un país. .
Y Chamisso que había sido un migrante, un joven que vivió su juventud con grandes dificultades, señala a su vez en ensayos y poemas el significado que tiene esa desvalidez, igual a no tener sombra.
Y en otros casos, quizá a no tener honor ni respeto. Y recuerda la frase despectiva que le dirigió un pintor en su propia obra: “quien no tenga sombra que no se ponga al sol”.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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