CANCÚN, QRoo, 4 de noviembre de 2019.- Barreras antisargazo que provocaron el atoramiento y muerte de hembras embarazadas de tortugas marinas, aplastamiento de huevos de quelonio -que aparentemente estaban protegidos- en fiesta privada, reducción de santuarios ante facilidades a nuevos hoteles, y recientemente muerte de tortuguitas que nunca llegaron al mar por atascarse en cerros de plancton son parte de las afectaciones “casi nulas” que en 2019 dañaron a estos animales en Quintana Roo.

Ambientalistas califican como “vale madre”, la actitud del Gobierno de Quintana Roo hacia los quelonios, pese al esfuerzo de hoteles, parques y asociaciones que los protegen.

“Si bien es cada municipio el que dicta las políticas a seguir respecto a los cuidados de preservación, no se siente ni el apoyo ni la presión ni la gestión de las autoridades estatales ante instancias federales, y se ha caído en la apatía, porque no hay una política clara y contundente respecto a la flora y fauna de Quintana Roo”, denuncian.

Hace unas semanas, el Gobierno de Quintana Roo negó la muerte masiva de tortugas en sus costas a causa del sargazo y fue mas allá: afirmó que en la temporada de anidación hubo afectaciones “casi nulas”, pese a las fotos que se viralizaron en redes sociales y que provocaron indignación no solo en quintanarroenses sino a nivel mundial, miles de personas cuestionaron el trabajo del Comité Estatal de Tortugas y su supervisión en los campamentos tortugueros.

La muerte de las tortuguitas fue confirmada por la Fundación Desarrollo Sustentable y Cambio Climático.

Este 2019, se realizó una petición al presidente Andrés Manuel López Obrador por la construcción de dos hoteles en las bahías de Chemuyil y Chemuyilito, en Quintana Roo, que justamente –como lo denunció Quadratín– se encuentran ubicados a un costado del santuario protegido de la tortuga marina en Xcacel, lo que ambientalistas calificaron como “un grave peligro para los 500 nidos de tortugas caguama y blanca que anualmente son depositados en los 300 metros que comprende este punto de anidación, considerado índice, ya que alberga regularmente dos nidos de tortuga por cada metro cuadrado de playa”.

Los hoteles Live Aqua y Fiesta Americana, con autorización de construcción desde la época de Vicente Fox como presidente de la República, y sin freno estatal y federal
albergarán 855 cuartos de hotel en estas dos bahías que eran referente de éxito en la anidación de tortugas.

Ante ese ecocidio, el Gobierno de Quintana Roo ha guardado silencio y, a decir de ambientalistas, “lo ha minimizado a tal grado de dejarlo todo en manos de Profepa y Semarnat y se ha lavado las manos”.

Hace unas semanas en Solidaridad se celebró una boda privada encima de un campamento de protección de nidos de tortugas, donde muchas de ellas eclosionaron y perecieron aplastadas y otras, aturdidas ante las luces y el ruido, jamás llegaron a la playa. En esta ocasión no hubo tampoco pronunciamiento ni acción por parte del gobierno de Carlos Joaquín González.

Greenpeace México destaca que “las noticias sobre la muerte de un gran número de tortugas de distintas especies, en distintos momentos, en territorios diversos y por distintas causas tiene que ser una alerta de que algo está pasando”.

Citó que la muerte de tortugas como la muerte masiva de manatíes en Tabasco, de millones de abejas –muchas de ellas por insecticidas en comunidades de Quintana Roo–, la afectación a la zona de desove en la Isla Salmedina, del Parque Nacional Sistema Arrecifal Veracruzano –también por una fiesta de particulares– y hasta la pérdida de ejemplares de la casi extinta Vaquita Marina, tienen un común denominador: negligencia, falta de vigilancia o displicencia de las autoridades que no hacen cumplir la legislación ambiental.

“Más allá de las causas evidentes de estas muertes: una red de enmalle, una fiesta en la que se pisotean los nidos de tortugas, el uso excesivo de plaguicidas y otras químicos, existen otras causas de fondo. Son la pesca ilegal (que corresponde al 60% de la pesca en México), la contaminación, el uso de sustancias tóxicas, la falta de regulación o nula aplicación de los programas de protección, y la ausencia de políticas y programas que realmente ayuden a combatir el cambio climático –otra de las causas de las alteraciones que están provocando la muerte de especies o la afectación de sus hábitats-, es el verdadero origen de estas pérdidas.

Greenpeace destaca que esto es resultado de una política ambiental desdibujada, mercantilizada y omisa en la que el medio ambiente no es prioridad.

De 2015 a 2018, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales sufrió un recorte superior a 50 por ciento y la inercia sigue en esta 4T.

Greenpeace advierte que el recorte presupuestal y falta de planes de manejo plantea serias dudas sobre si realmente se está resguardando el patrimonio natural.

Sugiere para evitar ecocidios contar con una protección legal efectiva de los recursos naturales y ecosistemas y darle al medio ambiente la importancia que tiene como fuente de recursos vitales.

Sin embargo y aunque la organización tiene varios años solicitando adecuaciones al respecto, en esta 4T y en Quintana Roo, se ha hecho caso omiso y, pareciera –como dicen los ambientalistas– que a nivel estatal esta problemática es marginada.