Que “por error” los presuntos asesinos mataron a madre y menor hijo
CANCÚN, QRoo, 24 de marzo de 2019.- Un chico al pie de calle esperaba su transporte; fumaba a placer mientras leía algo en una hoja papel. En cuanto se percató que venía el autobús, a toda prisa, tiró el cigarro al piso y lo apagó con la punta del pie, en un rápido movimiento; enseguida, rompió el papel y lanzó los pedacitos al aire; casi en vilo, abordó el camión y se fue dejando tras de sí un pequeño desbarajuste…
Y es que así andamos por la vida, sin darnos cuenta de que con nuestras pequeñas acciones hacemos la diferencia para mejorar o empeorar nuestro entorno y nuestra ciudad, Cancún.
La construcción de la paz requiere el compromiso de todos; aportemos nuestro grano de arena cada uno desde nuestro sitio, con nuestro actuar cotidiano para impulsar el cambio de nuestra realidad, para frenar la violencia.
Solo con la participación podemos impulsar el cambio hacia un mundo de paz que todos anhelamos. Empecemos ahora a sembrar la semilla en nuestras niñas y niños, a los jóvenes, educándolos con amor, conciencia y compromiso para formar seres humanos sensibles, solidarios, generosos, con un sentido amplio del respeto, capaces de resolver conflictos en paz y convertirse en agentes de cambio.
Bajo estos principios trabaja el Centro Integral de Atención a las Mujeres Cancún, la asociación civil mejor conocida como el CIAM.
La organización está convencida de que “juntos construimos una cultura de paz”.Paola Feregrino, su directora, reconoce que vivimos en una cultura de violencia. En los diferentes ámbitos de la vida política, social y económica; en los medios de comunicación, se reproducen situaciones de violencia a nivel estructural, institucional y también de manera directa, así es como vamos creciendo, pero no hay algo biológicamente predispuesto en las personas para actuar de manera violenta, está demostrado, comenta.
De tal manera, señala “que así como hemos construido una cultura de violencia, también es posible construir una cultura de paz”.
Precisa que esto implica la participación de todas y todos; que se vaya visibilizando primero la violencia para ir construyendo desde el inicio esta nueva cultura.Indica que el trabajo que realiza el CIAM para abonar a esta cultura de la paz, es a través de la prevención, a través de la educación:
“La educación es fundamental, si en todas las escuelas esto pudiera permear, las personas nos formaríamos de otra forma, más crítica, más participativa para construir sociedades pacíficas”.
Entre las diferentes actividades que lleva a cabo el CIAM, explica Paola Feregrino, está el Club de la Paz, el cual es parte del programa Aldea para la Paz, dirigido a niñas, niños y adolescentes, mismo que se lleva a cabo en las instalaciones del CIAM, ubicadas en la Región 103 que, de acuerdo con el Observatorio de Violencia de Género, es de las zonas de Cancún con un alto grado de violencia.
En el Club de la Paz se ofrecen cinco talleres: inglés, computación, apoyo pedagógico, apoyo a tareas, y autocuidado.
El objetivo de los talleres, además de que los participantes se instruyan en estos aprendizajes, es que se transversalice la perspectiva de género, derechos humanos, y, sobre todo, que niñas y niños puedan relacionarse y aprender e incrementar sus habilidades para la resolución no violenta de conflictos y así lograr prevenir la violencia de género, destaca la entrevistada.
El CIAM es una organización que tiene 15 años trabajando en Cancún, desde un inicio, su misión se ha enfocado en construir la equidad de género en la comunidad, y entre hombres y mujeres.“Trabajamos con ahínco y gran compromiso porque sabemos que parte fundamental para alcanzar este objetivo, es fortalecer la labor de la prevención”.
Actualmente, Cancún pasa por un momento complicado de fenómenos de violencia en muchos aspectos: feminicidios, violencia contra las mujeres, violencia social en general y es fundamental que no se dejen de lado y se dé la importancia debida a los programas de prevención, como lo significa el Club de la Paz, recalca.
A través de este programa, el CIAM atiende a alrededor de 50 niñas y niños que participan en los talleres que se ofrecen de lunes a viernes en el turno matutino de 9 a 11 horas y en horario vespertino de 15 a 17 horas.
“Hay niñas y niños que viven violencia en sus escuelas o que a su vez reproducen ésta conducta. Tenemos igualmente convenios con centros educativos de la zona, que nos permiten acercarnos, cuando detectan casos de violencia tanto de niños que la ejercen como de niños que la padecen”.
Explicó que los niños pueden acudir al CIAM y a través de un proceso se detecta la situación.
Generalmente, dice, en el caso de los chicos que están ejerciendo violencia, es porque hay una situación violenta en casa y es una cuestión de reproducción. Aquí se les ofrece un espacio en el que niñas y niños pueden aprender otras formas de relacionarse y de comportamiento.
Según expone, en esta parte de la ciudad, así como en zonas irregulares, las situaciones de violencia van desde pandillerismo, adicciones y otros factores, que mucho tiene qué ver con que los padres se ausentan de casa tiempo prologado debido a su actividad productiva que demanda un horario riguroso, aunado a que no existe una red de apoyo familiar –porque justamente la mayoría de la población también es migrante–, por tanto, los niños están creciendo solos; si bien no están en una situación de calle o de abandono, en su tiempo libre escolar, no cuentan con espacios para poder desarrollarse de otra manera.
En ese sentido, Paola Feregrino explica que el CIAM representa una oportunidad y una opción para que las niñas, los niños y los jóvenes encuentren otras actividades que les abonen a su desarrollo social.Además, indicó que para fortalecer la prevención de violencia, el CIAM lleva un trabajo cercano con las familias mediante el desarrollo de talleres de práctica de crianza, que permiten adquirir habilidades para la resolución de conflictos.
No solo basta con que las campañas se dirijan a la no violencia y a visibilizar qué es la violencia; es necesario voltear al otro lado y ver cómo nos relacionamos “porque para resolver conflictos desde la paz, debemos tener otras habilidades, como la comunicación asertiva, saber escuchar, apertura al diálogo, tolerancia de las necesidades de las y los otros, asegura.“Entonces lo que hacemos aquí, es brindar herramientas para el desarrollo de estas habilidades y brindar acompañamiento para un mejor desarrollo de la inteligencia emocional”.
Paola Feregrino hizo hincapié en la necesidad de que las escuelas, además de fortalecer el aprendizaje académico, trabajen la parte social y emocional del individuo que es vital para la construcción de la comunidad.
La educación es fundamental, confirma. “Si en todas las escuelas pudiera permear la cultura de la paz, las personas nos formaríamos de otra manera más crítica, más participativa para construir sociedades mucho más pacíficas”.
Explica que son modelos de otros países, donde se ha llevado a cabo esta labor. Colombia es un ejemplo del avance y de las grandes aportaciones en el tema de educación para la paz.
Paola Feregrino refiere que después de los conflictos violentos que tuvo Colombia a raíz del narcotráfico, hubo un gran movimiento de las organizaciones civiles y la voluntad del gobierno para trabajar estos temas.
Actualmente ese país cuenta con un modelo de escuelas de paz y se ha convertido en punta de lanza con sus programas para construir comunidades distintas.
“Lo que estamos haciendo aquí, es adoptar estos modelos a nuestro contexto, a nuestro espacio y replicarlo”.Enfatiza que cuentan con un área de evaluación, monitoreo y gestión de proyectos, donde miden el avance de las y los niños; cómo incrementan su aprendizaje, sus habilidades y prácticas, así como los cambios que experimentan.Se han apoyado también con otras organizaciones para ver la evolución de las niñas y los niños, después de su participación en los talleres.
Miden diferentes variables de trabajo en equipo, colaboración, tolerancia y también del conocimiento de sus derechos.
De manera directa observan cómo cambian su comportamiento y la mayor confianza que tienen los niños para reaccionar positivamente frente a los conflictos al buscar negociar.
Ejercicios tan simples, como tener un juguete para cinco niños, pone a prueba su comportamiento porque les hace aprender qué hacer en ese caso, ejemplifica.Paola Feregrino expone que al principio todos quieren el juguete para sí y no piensan en los otros; o bien, se lo quedaba el primero que llegara. Conforme pasó el tiempo y se les enseñó que existen otras personas que también tienen necesidades de cómo se reparten los recursos; de cómo trabajar de manera igualitaria; ellos mismos sugieren que primero lo utilice su compañero, o los más pequeños.Van teniendo un mayor análisis y más creatividad para poder resolver sus relaciones.
Aunque en Cancún, y en muchas partes del mundo se duda, la cultura de la paz es una solución cercana y siempre posible.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
Síguenos en Facebook, Twitter, Threads, WhatsApp, Telegram, TikTok, Instagram, YouTube