CANCÚN, QRoo,, 24 de marzo de 2019.- Especialistas afirman que en una relación madre-hijo hay seis tipos distintos que son dañinos y tienen graves efectos para los niños cuando alcanzan la edad adulta.
En una investigación de Aleteia, basada en el libro The Mom Factor de Henry Cloud y John Townsend, se detalla que  el desarrollo de los hijos depende significativamente de la actitud de la madre.
En el estudio se identifican seis tipos de relaciones madre-hijo que podrían ser enfermizas:
Madre fantasma: distante y ausente.  Emocionalmente inaccesible. Experimenta cambios de humor frecuentes, se concentra en resolver sus problemas. Ello hace que el hijo adulto sea emocionalmente incapaz de desarrollar relaciones íntimas serias y prolongadas.
Madre muñeca china: no aprendió a lidiar con situaciones desagradables ​​o estresantes. Se siente sobrecargada con la responsabilidad de tener un hijo. El hijo adulto será impotente de lidiar con las emociones de enfado, tristeza o miedo.
Madre controladora: asegura saber qué es mejor y no permite que su hijo crezca como persona. Crea sensación de culpa en sus hijos ya adultos, cuando buscan ser independiente a través del chantaje emocional u hostilidad. 
La madre trofeo. Es la que necesita ser admirada y oída, el centro de atenciones, y utiliza a su hijo, haciendo que parezca perfecto. Los hijos de este tipo de madres solo intentan ser los mejores y satisfacer las necesidades de los demás. Tienen miedo de cometer errores y de mostrarse francos, por lo tanto los condenan al perfeccionismo e infelicidad.  La madre jefe: No importa cuantos años tenga el hijo,  siempre será su bebé. Los hijos adultos tienen relaciones difíciles con los compañeros, porque nunca han aprendido a relacionarse con los demás como iguales y compañeros. Se sienten inferiores e incapaces de tomar decisiones maduras o asumen la actitud de un jefe, intentando liderar y controlar a los demás. Ambos estilos funcionan alternamente en la misma persona.
La madre tarjeta de crédito: impone la frase no salga de casa sin ella. Cuando los hijos llega a adultos idealizan a su madre y luchan por su independencia, algo que se repite  en otras relaciones, lo que les impide construir relaciones con base en  interés y confianza.
Se aclara que no todas las madres encajan en esas categorías, que son percepción de los autores, y es posible que la suya sea imperfecta, pero fundamentalmente una buena mamá.