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CANCÚN, QRoo, 14 de agosto de 2025.- Por las calles de Cancún, desde hace más de tres décadas, hay una figura conocida por muchos: Rosalinda Figueroa Castillo, una mujer de 73 años, menuda pero incansable, que siempre va acompañada de un par de miradas peludas que parecen decir “ella es nuestra”.
Rosalinda llegó a la ciudad hace 35 años, cuando el entonces Distrito Federal aún no se llamaba CDMX. Su esposo recibió una oferta de trabajo y juntos se aventuraron a esta tierra de mar turquesa. Pronto, mientras se acostumbraba al clima y a las calles polvorientas, empezó a notar algo que la inquietó: perros vagando por las gasolineras, buscando comida entre la basura, echados a la sombra de cualquier árbol.
Al principio les llevaba un poco de croquetas o lo que tenía a mano. Pero los animales son buenos para reconocer un corazón que los cuida, y pronto comenzaron a seguirla. Fue cuestión de tiempo para que diera el gran paso: rescatarlos.
El primero llegó a su casa flaco y enfermo. Luego vino otro atropellado. Después uno con evidentes signos de maltrato. Y así, casi sin darse cuenta, tenía 70 perros viviendo con ella en la Supermanzana 3. Las quejas de los vecinos la obligaron a mudarse, pero su padre le cedió un terreno en lo que hoy es la zona de la Gran Plaza. Ahí continuó su labor.
Actualmente vive cerca de la delegación Alfredo V. Bonfil, en un terreno de 900 metros cuadrados donde conviven 58 perros. “En mis mejores tiempos llegué a tener 180”, dice con una mezcla de orgullo y cansancio.
Durante años, su sustento vino de donaciones en especie: croquetas de hoteles, sobras limpias de restaurantes, cajas de pollo o carne de tiendas como Sigma y Costco. También ha trabajado hombro a hombro con autoridades en campañas de esterilización, siempre bajo el nombre de su refugio: Albergando, Defendiendo, Protegiendo Animales (ADPA).
Rosalinda nunca pidió una hectárea, ni grandes apoyos. Todo lo ha hecho con sus manos y lo que la vida le ha puesto enfrente. Aplaude que en los últimos años autoridades como Mara Lezama y Ana Paty Peralta han mostrado interés por la causa, pero advierte que el maltrato animal seguirá mientras no haya castigos claros.
Su experiencia le ha enseñado algo que pocos dicen: muchos perros abandonados provienen de familias con dinero. Labrador, pitbull, afgano, malinois… razas compradas como un capricho y echadas a la calle cuando crecen o se “vuelven problema”.
Rosalinda lo resume en una frase: “No es cuestión de clases sociales… es cuestión de educación”. Y así, con ese convencimiento y rodeada de ladridos, sigue dedicando su vida a quienes, sin ella, quizá no tendrían ninguna oportunidad.
Este mes, su labor se enlaza con The Wolf Pack Games, una competencia de crossfit que el próximo 23 de agosto busca recolectar 200 kilogramos de croquetas para refugios como el suyo. En Cancún se estima que casi 180 mil perros viven en la calle, enfrentando hambre y peligro.
La cita es en el Centro Tecnológico Universitario, a las 6:30 horas, para iniciar el día con un acto de fuerza y solidaridad que, como dice Rosalinda, “puede cambiarle la vida a un perro”.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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