Impulsa Solidaridad reforma en salud mental por más demanda
CANCÚN, QRoo, 11 de agosto de 2019.- No todos los días se sabe de historias extraordinarias como la que dio a conocer la Asociación Syrian Society for Social Developement, y que inspirará una película y un libro sobre una familia que vive en Siria, y que pese al conflicto político muestra un claro ejemplo de cómo una actitud positiva hace la diferencia en el mundo.
Sader Issa estudia el tercer curso de odontología en la ciudad de Hama, y pronto se graduará.
El joven sirio de 21 años de edad, afirma que fue criado con amor y es una persona con valores gracias a su padre, Jad Issa.
Hasta aquí no habría nada de extraordinario si no fuera porque su progenitor, es un hombre de 45 años de edad, que ha conseguido llevar una vida normal como esposo y padre de familia pese a tener Síndrome de Down.
“Fui un niño criado con amor, en el regazo de una persona con síndrome de Down, que tiene toda la ternura que se puede ofrecer. Estoy muy orgulloso de mi padre”, precisa.
Sader Issa ha salido adelante en un país devastado y sumido en el bloqueo económico como Siria. Donde su padre y su madre le han formado.
“Mi padre ha hecho todo lo posible por asegurarme una vida normal, como la de cualquier otro niño. Él también ha sido mi mayor apoyo económico y psicológico durante mis estudios, le estoy muy orgulloso y agradecido“, destaca el estudiante de odontología.
Jad Issa además de ser un buen padre, es un buen esposo, algo que mucha gente no puede conseguir nunca. Sin embargo, dice su hijo “para él ha sido fácil”.
En Hama, localidad cercana a Alepo, el señor Jad Issa trabaja en una fábrica de trigo desde antes de que naciera su hijo.
“Ha hecho todo lo posible para que yo tuviese lo que necesitase de niño, eso me ha empujado a dar todo lo mejor de mí. Estoy tan orgulloso de él, como él de mí”, relata Issa Sader, quien aclara que tener Síndrome de Down en un país como Siria no es fácil porque son infinitas las barreras que pueden encontrar las personas de esta condición en todas las etapas de su vida, por la falta de investigación y el desconocimiento de qué es esta alteración genética.
A pesar de ello, y de la imagen que tienen las personas con Síndrome de Down en este país árabe, lejos de ser vulnerable y dependiente, Jad ha logrado el respeto y aprecio de la gente.
“Las relaciones sociales con él son sencillas y puras porque mi padre quiere y respeta a todo el mundo y en reciprocidad, la gente le devuelve amor y respeto y le trata como a una persona sin Síndrome de Down”, detalla.
La familia Issa forma parte de una sociedad tradicional. La madre de Sader es ama de casa y ha formado junto a su marido, una familia en la que el joven universitario ha crecido como cualquier otro a pesar de las dificultades que se viven en Siria.
Algo que me encanta es que cuando mi padre me presenta a alguien dice: “mi hijo es médico”, puedo ver el orgullo en sus ojos. Es como si dijera: tengo Síndrome de Down, pero he criado a mi hijo y he hecho todo lo posible para que llegue a ser doctor. Estoy muy orgulloso de él, enfatiza.
La historia de sus padres, dice, fue amor a primera vista cuando les presentaron sus familias y su relación es como la de cualquier otra pareja.
“A veces no están de acuerdo, pero tienen una vida llena de amor, sencillez y humanidad en todos los aspectos. Intentan cambiar la percepción que se tiene de esta historia. Para la mayoría de la gente, que una mujer quede embarazada de un hombre con Síndrome de Down es el peor escenario posible”, señala.
Issa Sader explica que el hecho de tener en casa a una persona con Síndrome de Down otorga a quienes le rodean equilibro emocional y social, además de alegría.
“Si pudiera elegir cómo fuera mi padre, no pensaría en nadie mejor que él“, concluye.
Con información de Down España
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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