Proyectan ocupación del 90% para invierno en el Caribe Mexicano
COZUMEL, QRoo, 26 de julio de 2020.- Llegue a Cancún hace cinco años, y siempre había un destino en la agenda: Cozumel, la Isla de las Golondrinas, pero por alguna extraña razón nunca se había podido realizar ese viaje en ferry a través del Caribe Mexicano.
Por fin pudimos viajar y rodar por este hermoso lugar con cuatro motos, cuatro pilotos y tras cuatro años de espera para conocer el destino.
Sabadito tempranero. Nos pusimos los guantes, el casco, la chamarra porque el calor estaba sabroso y nos lanzamos a la aventura, emocionados.
Arre con la que barre y fierro por la libre, dirían los que saben…
Cozumel, que en maya significa Tierra de Golondrinas, es la tercera isla más grande de México y la segunda más poblada del país; esta formada de roca caliza proveniente de los arrecifes, por lo que sus playas tienen esta característica principal y no la clásica arena.
La isla tiene cerca de 48 kilómetros para rodar y recorrer de norte a sur, en donde se encuentra Punta Molas, el punto más oriental de México, es decir el primer punto en donde la luz del sol toca esta hermosa tierra maya.
Para llegar a Cozumel, tienes que viajar hacia Playa del Carmen y arribar a Cálica, un enclave localizado a unos cinco kilómetros bajando la zona de puentes, en donde las empresas navieras tienen su estación de ferrys para el traslado de vehículos. Hay dos empresas que brindan el servicio, Ultramar Carga y TransCaribe, esta última la empresa que elegimos por horarios y precio: 200 pesos el cruce por piloto y copiloto; y que realmente es súper recomendable tanto para motocicletas como para vehículos.
Son aproximadamente 90 minutos los que tardas en cruzar el Mar Caribe, en donde aprovechas para observar y escuchar el oleaje, los colores del agua, el clima. Si tienes fortuna, verás peces voladores y alguno que otro delfín juguetón, pero sobre todo podrás llenarte de esa sensación de emoción al avanzar hacia lo desconocido.
Tantos años de espera y estamos a minutos de llegar a la isla.
Al arribar a Cozumel lo primero que nos recibe es una revisión militar, como siempre la moto la revisan sin encontrar algo anormal y seguimos camino rumbo al centro para hospedarnos en un cómodo y tranquilo lugar El Hostelito de Cozumel, ubicado a dos calles del malecón, habitaciones cómodas y amplias, y sobre todo a un precio accesible.
Estuvimos unos minutos, dejamos nuestras maletas y nos lanzamos a dar el rol por la isla para visitar a un gran amigo que además de motociclista y un gran ser humano, Alberto o Beto, quien es un motociclista que tiene toda la vida en Cozumel y es dueño de Albertos Beach Club, en donde nos recibió con unas bebidas deliciosos y botanita rica para pasar la tarde, la playa de su establecimiento nos permitió disfrutar de un maravilloso atardecer cargado de luz y colores, él presume que está vista es la mejor de todas en Cozumel.
Compartimos una buena platica sobre lo importante que es, después de la pandemia, recuperar a los visitantes y promover los servicios turísticos de la zona, pero sobre todo el tema de recuperar a quienes, por la misma situación, no hemos podido visitar.
Llego la noche y con ella los mosquitos, así que a correr porque en esta isla los mosquitos son más mercenarios que los agentes del SAT, –ojalá que no haya ninguno leyendo esto–, literalmente nos hicieron huir de regreso al hotel ja ja.
Amaneció muy temprano y aprovechamos la mañana para recorrer las calles, y llegar a Punta Sur y disfrutar de un domingo muy singular. Regresamos con Alberto quien nos prometió un domingo inolvidable: primero llegar al restaurante ubicado en el kilometro 18 de la carretera costera y tomar una limonada mineral.
Abordamos una lancha y nos lanzamos a la aventura marina para conocer el Arrecife, el Cielo y el Cielito.
El arrecife está ubicado a unos 12 minutos del lugar de partida, nos brinda la oportunidad de observar grandes bancos de coral con profundidades de hasta 12 metros. La cantidad de peces es impresionante y es una experiencia única en su tipo.
En verdad que el snorquel es una actividad cansada para quienes no estamos acostumbrados a realizar algún tipo de actividad más que correr al baño.
Salimos de los bancos de coral y nos lanzamos a El Cielo, una reserva que alberga cientos de estrellas marinas, de ahí proviene su nombre.
La verdad es que esperaba más cantidad de estrellas, pero es impactante ver este tipo de organismos y conocer la importancia que tienen en la zona.
Pasamos a El Cielito, después de 30 minutos viendo estrellas marinas, la verdad esto fue la cereza del pastel, un banco de arena que te permite tomar fotografías y disfrutar de la belleza cautivadora del Caribe, un lugar en donde puedes descansar, abrazar y besar al amor de tu vida y volverte a enamorar en instantes.
Fueron 45 minutos que se pasaron y los recuerdos se quedan en nuestra mente y corazones por siempre.
Por increíble que parezca, el ingresar al agua, disfrutar del sonido del océano en nuestra cabeza mientras ves pasar cientos de pececitos de colores, el sonido de las olas, la brisa del viento es todo lo que necesitas para ser inmensamente feliz.
Nuestra visita termina con un rico ceviche en la playa, disfrutando de una tarde ideal con la compañía perfecta, con el sol ocultándose en el continente y con nosotros disfrutando del mar en calma.
Volvemos a la moto, cargamos todo, arribamos a la estación del ferry y de regreso a Cálica.
Tomamos nuevamente la carretera a casa.
Si aún hay alguien que me pregunte por qué viajo en moto, solo podría decirle que es para ser inmensamente feliz: Gracias Cozumel, gracias Alberto, gracias por poder haber vivido El Cielo.
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