Visión Financiera
No a las limosnas; sí a la reforma de verdad
“Vamos a ver”, como decimos en México; gran parte de las soluciones a los problemas de estructura que enfrenta México desde hace varias décadas, más de 80, pueden encontrar solución en una verdadera reforma hacendaría.
Si tuviéramos un gobierno que quisiera resolver los problemas y no mantener solo el poder, por ahí hubiese comenzado.
Vamos a hacer que todos paguen, unos poquito, otros un poco más y quienes más tengan pongan más dinero como impuesto.
En lo personal, no me quita el sueño que a ingresos equivalentes a 500 millones de pesos anuales (algo así como 41.6 millones de pesos al mes) les carguen, además de sus impuestos, una tasa especial de tres por ciento.
No me quitará el sueño si quien tiene fortunas de 20 mil millones de pesos contribuyen con un 5 por ciento de tasa especial sobre su patrimonio.
Yo dormiré tranquilo al igual que él porque ni con esa carga de impuesto especial dejará de ser un millonario muy por encima del resto de los mexicanos.
En el mes de diciembre más de un millón de mexicanos se encontraban trabajando por sobre la cifra de quienes lo hicieron un año antes.
Esa es una buena noticia. La tasa de desempleo abierto en el país al término del año pasado fue la menor en 17 años.
Debiéramos estar orgullosos, pero no. No lo debemos estar porque el asunto es más complicado de lo que parece.
Datos del organismo Acción Ciudadana Frente a la Pobreza analizó los datos que ofrece el IMSS al mes de diciembre de 2022 y encontró lo siguiente: 45% de las personas que son empleados o trabajadores formales, inscritos ante el IMSS no cuenta con un salario que les permita superar la pobreza si es que se encuentran en ese nivel.
Si no son pobres estarán muy cerca de serlo porque con su salario no pueden adquirir dos canastas básicas de alimentación.
Estamos hablando de 10 millones de personas. Solo uno de cada 10 trabajadores gana 30 mil pesos mensuales o más. El punto medio de los salarios de los trabajadores mexicanos es de 9 mil 500 pesos.
Más de 50 por ciento de esos mexicanos que trabajan y que no pueden adquirir dos canastas básicas al mes con su ingreso trabajan en empresas medianas o grandes.
Empresas que pudieran pagar un poco más a sus trabajadores porque sus ingresos lo permiten.
El salario mínimo en México ha aumentado 134 por ciento desde 2018 al 2023. Pasó de 88.36 pesos diarios a uno de 207.44 y aún así no es posible que la población que trabaja, al menos casi en 50 por ciento de los casos, pueda comprar los alimentos necesarios para comer como lo exige la vida.
El trabajo formal ha sido alcanzado por una pauperización. Se han recuperado los trabajos en cantidad a los que existían a inicios de 2019 pero el trabajador gana menos dinero. El ejército de la informalidad supera a los de la formalidad.
Algo tenemos que hacer para que las cosas se compongan.
Y le digo qué: que todos paguemos pero que a cambio haya programas de salud universal que implica el que todos los mexicanos tengan acceso a sistemas de salud como los de Dinamarca, como dice el clásico; que tengamos un país con educación, que prepare a las nuevas generaciones a ser seres humanos responsables con el medio ambiente e intolerantes con la corrupción y la injusticia.
Que nuestra nación sea ejemplo mundial de atención al medio ambiente y cuidado del mismo.
Podemos lograrlo los mexicanos porque nuestra historia está repleta de ejemplos de cómo sí hacemos las cosas cuando tenemos que hacerlas. Pero el poder no sirve si es un atributo que exige mantener pobres a los pobres solo porque son fieles a las dádivas y votan por quien les da limosnas.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo
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