Universo Pyme
Tren Maya: con el sello de la casa
Lleva esta obra emblemática del gobierno Lopezobradorista sellos distintivos e inconfundibles de la casa: al arbitrio de un capricho personal, a espaldas de los que recomiendan los especialistas, impuesto sobre las voces de las comunidades que disienten, saltándose procedimientos administrativos, desacatando disposiciones legales, en la opacidad ostentosa, excediendo presupuestos comprometidos, agrediendo al medioambiente y acomodando fichas como si se jugara a las damas, al arbitrio de la más pura improvisación.
Sobre esos cimientos, el Tren Maya, dice la voluntad Presidencial, habrá de inaugurarse en este año, llueva o relampagueé.
En mi niñez era la consigna voy derecho, no me quito, si me pegan me desquito.
Del costo inicial, valorado en su momento en 160 mil millones de pesis (mdp) pasamos a un estimado de 359 mil 863 mdp –sí 199 mil 863 mdp más– si tomamos en cuenta el presupuesto de la obra a finales de 2022 y le sumamos lo que se ha agregado a los trabajos durante lo que se lleva conocido de 2023.
La verdad es que esperar que la obra costara lo que inicialmente se dijo es pedirle peras al olmo.
Ya sabemos que en México esos menesteres presupuestales regularmente no se respetan.
Ojalá fuera lo único que pudiera ser cuestionado.
El asunto de la falta absoluta de respeto a las opiniones de las comunidades indígenas involucradas, la espalda a las recomendaciones de los especialistas, el ignorar a los antropólogos que ya denuncian destrucción y saqueo de una riquísima zona arqueológica inexplorada (Chakanbakán) y la brutal agresión al medio ambiente considerado de los más ricos e importantes en la tierra, son otras de las calamidades que la obra ha coleccionado.
Se tiene documentado la afectación de un complejo que cuenta con 407 sistemas pluviales, mil cenotes y casi mil 700 kilómetros de túneles por los que corren aguas fundamentales para la región.
En su conjunto, se trata de ecosistemas valiosísimos para la humanidad que pudieran ser agredidos de manera irreversible. De hecho, ya han sido trastocados.
Tan solo en el caso de la tala de árboles se cuentan 10 millones afectados o removidos a lo largo del trazo del Tren Maya.
El gobierno ha asegurado que se sembrarán 200 mil hectáreas de árboles para compensar.
Nadie cree esto desde que el Presidente aseguró –ahora parece olvidarlo–, que no se talaría un solo árbol por la obra.
Sitios arqueológicos que se afectan, ríos subterráneos que se agreden, órdenes de jueces que no se acatan, voces que no escuchan, cambios de ruta que provocan daños innecesarios a ecosistemas y para complementar cambios en los equipos constructores encargados de la obra conforman un escenario realmente conflictivo que ofrecerá resultados que no son los que se buscan.
Y si no pregúnteselo a Germán Larrea, segundo hombre en la lista de multimillonarios en dólares detrás de Carlos Slim. Germán nunca fue del agrado de AMLO quien en privado y público se refería al empresario como uno de los beneficiarios del neoconservadurismo y preferido de las “corruptas cúpulas del poder” del pri-panato.
Germán Larrea, Jefe máximo en Grupo México, luego de tener dos encuentros personales en una semana con el Presidente de México, hacia mediados del mes anterior, el 19 de mayo en específico fue afectado por un decreto que le retira 127 kilómetros de una línea ferroviaria concesionada en su favor para el ejercicio productivo de la empresa Ferrosur.
La intervención de la Marina calificada por el grupo empresarial como “sorpresiva e inusitada” (o sea que evidentemente del asunto no se había hablado) revivió el terror que el sector empresarial del mundo tiene frente al “modelo” de gobernanza basado en las expropiaciones, aunque en el caso específico más bien se trató de una “ocupación temporal” que se convierte en un retiro de concesión de un tramo ferroviario.
El asunto concluyó con una extensión de 8 años en la concesión mencionada del Grupo México.
No acababa Germán Larrea de reponerse de ese sobresalto cuando volvieron a cambiar las cosas.
Grupo México volvió a ser titular de encabezados noticiosos la semana anterior al anunciarse su retiro en su responsabilidad de construir el tramo 5 del Tren Maya.
Si se da cuenta el Gobierno enemigo del neoconservadurismo requiere también de la participación de los grupos que al amparo de corrupción consiguieron hacerse de cuantiosas fortunas según la perspectiva de AMLO.
Como lo subieron a la obra, lo bajaron. La empresa de Larrea “se bajó” de la construcción del tramo 5 del Tren Maya bajo el argumento de que el Gobierno de México había declarado como “seguridad nacional” la obra así como por la imposibilidad técnica para realizar el proyecto en los tiempos impuestos, lo que le exigía entregar el mencionado compromiso en el mes de julio del presente año, o sea, en cuatro semanas más.
Hay, claro, suposiciones de que muchas cosas no se informaron. Este retiro a un mes de que debió entregarse el tramo supone diferencias claras que agregan complejidad a un proceso de obra que recuerda la leyenda del nudo gordiano, en donde juega también la decisión muy cuestionada del Presidente de delegar en una empresa de corte militar la que ya es responsable tanto de la obra como de la administración del proyecto retirando a Fonatur del compromiso.
Si se da cuenta Fonatur se queda ahora sin Tren y sin presupuesto para promover la actividad turística.
Es realmente sorprendente la cantidad de complejidades que la voluntad del Presidente ha impuesto a sus proyectos emblemáticos hechos a imagen y semejanza de sus caprichos.
Proyectos que pudieron ser interesantes y muy productivos, acaban siendo ya perfecto ejemplo de lo que no debe de hacerse.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
Síguenos en Facebook, Twitter, Threads, WhatsApp, Telegram, TikTok, Instagram, YouTube