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Las semejanzas
Muchos mexicanos creen que la mejor manera de calificar el desempeño de un gobierno federal tiene que ver con el saldo cambiario; si durante el período de gobierno el peso perdió, ganó o se mantuvo estable frente al dólar.
Si el peso perdió terreno contra del dólar estadounidense, el Presidente fue malo. Un Gobierno eficiente, creen, revalora la moneda.
Esa manera de valorar un Gobierno en México no coincide con los criterios de los inversionistas globales en el mercado cambiario.
El peso mexicano (hay varios pesos en el mercado mundial de divisas) es una de las monedas más transaccionadas. Su compra-venta internacional poco tiene que ver con la eficiencia o no del ejercicio del gobierno federal en turno.
Su cotización está más relacionada con la salud del dólar de Estados Unidos y de los intereses de especuladores en el mercado mundial, así como de quienes administran grandes fondos de inversión o de pensiones, reconocidos como inversionistas institucionales.
Quien cree que el superpeso es la prueba de que el Gobierno de AMLO es o ha sido muy eficiente, se equivoca tanto como quien pretenda decir que la depreciación de la moneda es prueba de lo contrario, de que AMLO es un mal gobernante.
Lo cierto es que en la presente administración el peso se ha revaluado, lo que no es necesariamente un resultado favorable para nuestra economía, y mucho menos para las familias, las cinco millones de familias mexicanas que reciben mensualmente remesas de sus familiares en Estados Unidos.
El período del superpeso perjudicó mucho a los exportadores y a los millones de familias que son apoyadas por sus familiares desde el extranjero. Entre el primero de diciembre de 2018 y el 8 de octubre de 2023, la moneda mexicana ha llegado a ganar frente al peso hasta 17.8 por ciento si tomamos como referente la paridad con la que Enrique Peña Nieto concluyó su gobierno el 30 de noviembre de 2018.
En el otro extremo, en la paridad más castigada para la moneda mexicana en lo que va de la administración de AMLO (6 de abril del 2020), el peso ha llegado a perder 25.4 por ciento.
Para el caso de las remesas, si tomamos como promedio mensual un envío de 300 dólares, en el mejor de los casos para las familias receptoras, recibieron en pesos equivalente a 7 mil 725 pesos en abril del 2020 y en el peor de los casos, con un superpeso, recibieron 4 mil 986 pesos, lo que representa una diferencia de 3 mil 739 pesos al mes, lo que no es una cantidad poco importante.
Ahora el peso pierde terreno, no por el costo del Tren Maya y los destrozos que ha causado en términos arqueológicos o ambientales en la península de Yucatán. No pierde por el hecho de que la Refinería de Dos Bocas cuesta ya lo doble de lo que se planeaba y contando, o porque recién cambiaron el juego fiscal a las administradoras de aeropuertos en el país o porque se sigue pagando a ritmos de 200 millones de dólares mensuales la cancelación del Aeropuerto que iba a despachar desde Texcoco. No se deprecia porque el Presidente sigue metiendo ruido en el proceso político preelectoral.
Nuestra moneda tampoco ganó terreno frente al dólar de Estados Unidos porque el Gobierno Federal sacó de la pobreza, afirman las cifras del Coneval, a 5 millones de mexicanos, o porque el salario mínimo en la presente administración ha incrementado su poder de compra como en ningún otro Gobierno, o porque haya construido un aeropuerto alterno al de la CDMX o porque haya combatido la corrupción decididamente.
Ni lo bueno o lo malo han sido factores decisivos para determinar el comportamiento de la paridad cambiaria que por cierto oscila en función de otros factores fundamentalmente globales. La llegada de dólares a nuestro territorio (donde también cuentan las remesas que llegan ahora a ritmos anuales superiores a los 62 mil millones de dólares), incluyendo las inversiones empresariales del extranjero y las ventas mexicanas de comercio exterior han sido elementos más decisivos en tener una paridad peso-dólar con ventajas para nuestra moneda, ventajas que, como en estos momentos, llegan a perderse como también pudieran volver a presentar ventajas al peso.
Tomando en cuenta que una apreciación no es toda buena como no todo malo en el caso de la depreciación tenemos que considerar que el sueño del superpeso tendría que terminar en algún momento y ese es posible que sea el actual.
Solo como corolario vale decir que, desde que el Presidente AMLO tomó las riendas de su Gobierno y hasta el 6 de octubre del 2023, el peso ha ganado frente al dólar 11 por ciento. Enrique Peña, tomando datos del Banco de México arrojó en su administración una depreciación de 57.4 por ciento, de -17.5 por ciento fue el resultado del Gobierno de Felipe Calderón, y de -14.5 por ciento para el de Vicente Fox.
El Gobierno en el que se devaluó más nuestra moneda frente al dólar fue el encabezado por Miguel de la Madrid Hurtado con 3 mil 100 por ciento según datos de la plataforma de Animal Político.
Esperemos el resultado del 2024; puede haber sorpresas en la materia.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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