Visión Financiera
El Presidente del país decidió salir del aprieto afirmando en una mañanera que México sí va a participar en la prueba Pisa del año entrante. Luego nadie hizo algo.
La pupila del Presidente, Claudia, se atrevió a decir que no era conveniente que se tuviera que preparar a los jóvenes mexicanos para participar en esa prueba, lo que demuestra que sus asesores son burros porque no la prepararon para que contestara inteligentemente a las inquietudes que del tema ha surgido.
Pero vamos por partes.
Pisa son las siglas que remiten al Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes. No se trata de un concurso mundial, no hay medallas ni cheques para los ganadores, porque los ganadores son los países que desarrollan esa valoración de los resultados que sus sistemas educativos obtienen.
No hay premios a los mejores rendimientos, a estudiantes o países. Ganan las naciones que intervienen porque los resultados les permiten descubrir en qué están bien sus políticas educativas, y en dónde pueden mejorar. Sobre todo porque, además, permite una comparativa internacional y una suerte de benchmark que faculta el que un país conozca qué sistemas educativos o políticas educativas en el mundo ofrecen mejores resultados entre sus alumnos, con el propósito de adoptarlas o al menos conocerlas.
Pisa es una prueba a la que convoca la OCDE; se realiza en varias naciones desde el año 2000. Se aplica cada tres años en los países que deciden participar en esa iniciativa. En aquel 2000 participaron 28 naciones agrupadas en la OCDE, más cuatro que no eran participantes de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico.
En la prueba más reciente, el número de naciones fue de 81, y para el año entrante se cree que serán 90 o poco más de ese número. Se trata de un grupo de preguntas en tres categorías: lectura de comprensión, matemáticas y ciencias.
Se aplica a estudiantes de 15 años que regularmente están en tercero de secundaria, o en primero de preparatoria, según corresponden al sistema educativo mexicano.
Para que usted tenga una idea más clara del tamaño del compromiso: en la prueba más reciente en la que participó México. lo hizo con 8 mil 50 alumnos de 312 planteles, tanto públicos como privados.
No se trata de quedar bien ni alguien nos está evaluando. Es un ejercicio para conocer el resultado de las políticas públicas en materia educativa. Digamos: qué productos obtiene nuestro sistema educativo.
En el resultado más reciente a muchos países les fue mal. A México, dependiendo con qué ojos quiera ver los resultados.
SI comparamos los resultados con los obtenidos en 2003, prácticamente no nos movimos. En 2003 el país obtuvo 385 puntos y en 2022 logramos 395 puntos. Digamos que iguales.
Cada país decide con qué compara sus resultados. Entre 2001 y 2004, Alemania cayó en el área de especialización matemática 28 puntos, lo que fue todo un terremoto educativo en aquella nación, pero Finlandia cayó 60 puntos en aquel entonces.
Comparando entre 2003 y 2022, los 23 miembros de la OCDE que participaron tuvieron en promedio una caída de 22 puntos en rubro matemática, y México estuvo prácticamente igual. No caímos.
Podemos hacer fiesta porque mientras otros cayeron en promedio 22 puntos, México se mantuvo prácticamente en el mismo sitio.
También podemos hacer otra comparativa: entre 2000 y 2020 México obtiene prácticamente los mismos resultados. Otros lamentarán
el estancamiento educativo del país.
Cada quien ve lo que quiere ver
El Presidente se equivoca muy lamentablemente porque califica de neoliberal el ejercicio. Claro que países de muy evidente retroceso económico y social, como Nicaragua o Venezuela, no participan bajo argumentos relativamente similares a los de AMLO.
Pero también hay naciones que se dan cuenta que, si quieren avanzar en la economía, ser países competitivos que necesitan mejorar sus resultados en su sistema educativo y para hacerlo hay que invertirle bien.
Por eso, la prueba del año entrante comprenderá más de 90 naciones participantes.
México ha dejado de hacer adecuadas inversiones en educación en los pasados sexenios, y más en la presente administración.
Actualmente destinamos 2.96 por ciento del PIB a la educación, mientras que los países miembros de la OCDE destinan en promedio 5.3, y México establece en su Ley General de Educación que debe de destinar el 8 por ciento del PIB.
Una cosa es lo que dice la Ley y otra lo que en realidad se hace.
Si queremos un México mejor, más competitivo y que tenga la posibilidad de trasladar el crecimiento económico hacia el terreno del desarrollo económico, tendremos que invertir en educación.
El problema que ahora surge es que el Presidente dice que vamos a participar en la prueba de Pisa, pero nadie hace algo. Para poder aplicar la prueba en 2025, es requerimiento participar en unas pruebas previas, digamos piloto, que ofrecen datos o resultados que debemos reportar a más tardar en el mes de septiembre de 2024.
Si no aplicamos esas pruebas en donde se hacen ajustes a la batería de preguntas, y se reconoce la prudencia de los términos y se validan cuestionamientos, en fin, que se afina la prueba para México y nuestro país no sería habilitado para hacer la prueba por no hacer esos exámenes preparatorios, que no cuentan para el resultado final, y nuestro país no sería autorizado para hacer la prueba el año entrante.
El Presidente dice sí pero la práctica dice que no.
Para hacer la prueba, un proceso que puede llevar hasta tres semanas de labores, hay que garantizar que los estudiantes se encuentren en clases cerca de terminar, pero no ya demasiado cerca de hacerlo. No es prudente tampoco hacer esas pruebas al inicio del ciclo escolar porque, por lo regular, los estudiantes tienden a olvidar algunos conceptos que son incluidos en la prueba y que pudieran representar un sesgo en los resultados finales.
Son pocas las semanas que quedan para realizar ese ejercicio obligatorio y nadie sabe, nadie informa, porque todo mundo está esperando a que el Presidente diga adelante.
Todo lo anterior parece demostrar que el Presidente no pasa la prueba y no lo hará tampoco Claudia si no cambia de asesores en materia de educación. Querrán, seguro, una nación llena de burros con los que puedan comunicarse con comodidad.
Porque al decir sí, pero sin hacer algo, un burro miente.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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