Nunca la relación entre Estados Unidos y México ha sido realmente cómoda y sin una larga lista de asuntos que atender.

En muchos de esos temas las posiciones de los países son claramente divergentes.
Pero ahora, además de los temas de siempre y los nuevos, parece claro que la forma de pensar y la agenda entre la Unión Americana y México es muy distante.

La forma en que AMLO ha marcado sus prioridades es muy diferente a cómo el próximo presidente Biden habrá de abordar las suyas.

Y esa bonita amistad entre dos vecinos, amigos y socios pudiera descomponerse (más) en un entorno en el que México tiene más que perder porque cuenta con la posición más frágil en la agenda.

En la coyuntura cercana AMLO ha dispuesto de estrategias que le distancian del presidente Biden.

El mandatario mexicano parecía satisfecho de su personal relación hacia Trump con quien jamás quiso confrontarse.
La estrategia seguida por el Gobierno de México en el muy delicado tema del ex Secretario de la Defensa Nacional ha irritado mucho a la justicia y al sistema político estadounidense.

El haber solicitado a Estados Unidos el regreso del General a suelo patrio con la promesa de que se le seguiría el curso de la investigación y que pagaría sus culpas (de haber) y ahora no solo la exoneración, sino la posición oficial pública de que los cargos fueron fabricados y sin sustento, ha sido un escupitajo al FBI y a quienes articularon largos meses la investigación.

Haber hecho públicos los argumentos de la justicia de Estados Unidos, el expediente pues, fue una verdadera mentada de madre a la justicia de la Unión Americana,de una torpeza grande.

Ese punto es el uno en la larga lista de desatinos que Washington y México tendrán que atender en el terreno diplomático.

Anote entre los temas la espalda de AMLO a la posibilidad de impulsar energías limpias en territorio mexicano, los burdos impedimentos que se ha puesto a las inversiones nacionales y extranjeras ya ejercidas en ese terreno, la declarada intención de privilegiar a la CFE, el uso constante de combustóleo como alternativa para producir electricidad (muy caro y muy contaminante), y otras calamidades que obstaculizan la presencia de privados en la economía.
Y le pudiéramos seguir sin duda con el asunto de la intención de desaparecer a varios de los organismos constitucionales autónomos, algunos de los cuales son piezas comprometidas en acuerdos comerciales con Estados Unidos, Canadá e incluso la Unión Europea.
AMLO, renuente a viajar al extranjero, aceptó ir a Washington a un evento que claramente tuvo importantes vetas de promoción electoral para Trump, guardó un reconocimiento del triunfo del contrincante de Donald hasta que verdaderamente no hubo de otra más que felicitarlo por su victoria electoral.
Una relación geográfica y geo estratégica tan importante para Estados Unidos parecía exigir un encuentro entre el Presidente electo y el Presidente de México que no se promovió o si se promovió, no fue aceptado.
Será menester de ambos gobiernos tratar de mejorar el ambiente diplomático entre las partes, pero, sin duda bajo el inicial reconocimiento de que no atraviesan por la mejor época por mucho.
Vamos a ver cómo camina la administración de López Obrador por el minado terreno que Cienfuegos ha dejado en su superficie.

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