Universo Pyme

02 de enero de 2025

9:32

Eduardo Torreblanca Jacques

Pemex, dolorosamente nunca como hoy

Nunca como ahora Pemex se encuentra en un momento crítico. Lleva 24 meses con tendencia preferente hacia el declive de su producción.

Desde 1994 nunca había sido tan baja: 1.4 millones de barriles por día. Sobre “estas ruinas que ves” está la historia de la petrolera mexicana, la más endeudada del mundo (103 mil millones de dólares) y con mayor rezago en el pago de sus proveedores (22 mil millones de dólares).

El orgullo nacional, máximo exponente de la soberanía nacional, emblema del más ácido nacionalismo mexicano ve como sus finanzas se desgarran a pedazos.

El enorme esfuerzo que AMLO hizo para recuperarla quedó sin los resultados que se buscaban.

Es muy importante decirle a Usted que AMLO no fue el responsable de la crisis de Pemex que viene arrastrándose desde la época de José López Portillo, con Jorge Díaz Serrano en la Dirección General de Pemex se conminó a la nación a saber “administrar la abundancia”.

La culpa la tienen los gobiernos desde José López Portillo, porque si bien los fundamentales de la crisis de Pemex se encuentran regados en 8 sexenios porque no se invirtió de dinero.

AMLO si bien mostró su interés por salvar a la paraestatal, no acertó en su estrategia de rescate y acabó hundiéndola más de lo que ya estaba.

Se esfumaron más de un billón de pesos entre aportaciones para el pago de sus vencimientos de deuda y con perdones en el pago de sus impuestos.

Desde hace ocho sexenios y hasta la actualidad, nunca se administró responsablemente la función de la petrolera mexicana y ni remotamente se pensó que los beneficios (ganancias) de esa empresa estatal nacida el 7 de junio de 1938 debían garantizar el bienestar de todos los mexicanos como sí lo hicieron en Noruega, por cierto.

La comparación parece obligada. Petroleramente hablado México es una o era una potencia petrolera mundial de mayor magnitud que Noruega. Nuestra industria nace poco después que la nacionalización de la industria en 1938. La historia petrolera noruega data de 1980 a raíz de la localización de uno gigayacimientos petroleros más importantes en aquella región europea.

Cuando López Portillo nos invitó a saber administrar la abundancia nunca pensó en que la renta petrolera, las ganancias de la actividad petrolera podían garantizar el implementar una pensión universal para los mexicanos o que teníamos que asegurar inversiones para incrementar las reservas probadas o probables o posibles del país y que indudablemente requeriríamos invertir responsablemente en el mantenimiento de la paraestatal. Éramos ricos y pensábamos que siempre lo seríamos.

Y no. Este 2025, la petrolera mexicana es una prueba de lo que debe hacerse y no se hizo en México. Dejamos pasar la época de las vacas gordas y creímos que siempre serían gordas y siempre, invariablemente, estaría al alcance de nuestras manos ordeñarles sin que se agotaran o dejaran de darnos beneficios.

Y no fue así. Ya se nos olvidó, por cierto, que en julio de 2008 llegamos a disfrutar de un precio del barril de petróleo mexicano, la famosa mezcla mexicana de exportación que superó los 123 dólares (123.36, un 9 de julio del año mencionado).

En ese entonces, México producía poco más de 2.5 millones de barriles por día cuando cuatro años antes estábamos por encima de los 3.4 millones. Ya sabíamos que la producción venía en declive. Pero no importó. Seguimos con la misma fiesta, pensando que la vaca siempre iba a dar.

Noruega siempre supo que las cosas cambiarían y cuando descubrieron megayacimientos petroleros decidieron que se crearían dos fondos derivados de la renta petrolera que apuntalara a las empresas noruegas e invirtiera el dinero ganado en petróleo en acciones de empresas del futuro. En 2025 esos dos fondos soberanos manejados por una empresa independiente son los mayores propietarios de valores de Europa.

Y los Noruegos, todos, todos, tienen la garantía de poder contar con una pensión digna, soportada por esos fondos soberanos que fueron creados precisamente para hacer rendir la renta petrolera que es de todos, todos los noruegos.

En 1972 nació a Statoil, la empresa petrolera Noruega que posteriormente cambió a Equinor. Colocó su complejo accionario parcialmente en manos de inversionistas, pero mantuvo 67 por ciento del control de la empresa. Eso en México sería impensable.

La Noruega en petróleo nació 34 años después de la mexicana Pemex que es a la fecha la empresa petrolera más endeudada del mundo, con una carga laboral que no se justifica y un índice de producción vergonzoso si la comparamos con otras empresas petroleras.

Tenemos más petróleo en el subsuelo, pero no hemos invertido en garantizar las reservas petroleras posibles, probables o probadas. No hemos invertido en mantenimiento de la petrolera, y lo que obtiene Pemex lo tiene que dar o en impuestos o en pago a sus cientos de miles de empleados y en sus pensionados que no pesan poco.

Invertimos en una refinadora que no puede refinar y que está distante del resto de sus similares del Sistema Nacional de Refinación que pide a gritos mantenimiento y que exige actualización para poder refinar una clase de petróleo que nuestros mantos ya no producen.

Es terrible lo que pasa en la paraestatal mexicana y sabemos que si sale adelante no será sin un parto con muchísimo dolor y un costo muy relevante.

La empresa exige a gritos una reingeniería que redefina el modo de su operación, replantee el modelo de negocio y haga un recortadero racional de su planta de trabajadores, pues no solo es la petrolera más endeudada del mundo, también la que tiene niveles de productividad más bajos en la industria mundial.

No quiero echarle a perder el inicio del 2025, pero Pemex está en terapia intensiva y los médicos no saben qué hacer.

No sabemos si saldrá adelante el enfermo grave porque, en principio, el enfermo dice gozar de cabal salud y sus médicos, que mueren de miedo, aseguran que el paciente sí va a sanar muy pronto aunque entre ellos hay diferencias en el diagnóstico y no definen qué hacer con el paciente que, saben, está más cerca de la muerte, como nunca antes.

Feliz 2025.