Y … se van

En la semana que inicia, específicamente el miércoles, la Reserva Federal de los Estados Unidos, la FED, habrá de tomar su primera decisión en este año en materia monetaria para ese país que enfrenta el nivel inflacionario más alto (7%) en 40 años.

Es muy probable que la FED determine avanzar más en la regularización de la expansión monetaria que decidió implementar en el pasado con el propósito de evitar la recesión en la que pudo haber incurrido la nación vecina ante la pandemia.

Si Usted no está al tanto, le explico que para evitar que la economía norteamericana se contrajera, la FED, como otros bancos centrales de países o regiones desarrolladas (Inglaterra, la Unión Europea, Japón, entre otros más), redujeron el costo del dinero reduciendo prácticamente a cero sus tasas de interés de referencia al tiempo que invirtieron en la adquisición de bonos gubernamentales o activos relacionados con activos hipotecarios.

Esto último implica, en términos reales concretos, inyectar recursos a la economía vía el sector financiero para propiciar liquidez y generar demanda de la economía, pues esos recursos, el dinero de esa venta a sus Bancos Centrales, se canalizaba a la economía, vía financiamiento a tasas de interés muy bajas.

La solución produjo los resultados que se esperaban e incluso más: generó una presión inflacionaria que se conjugó con otros factores (como la interrupción de suministros en cadenas de valor manufacturero) y propiciaron un “choque de oferta”, es decir, una contracción de la oferta en la economía.

Digamos que había dinero para comprar, pero insuficiente producto para ser vendido.

Esto ocasionó presiones inflacionarias a nivel mundial, independientemente de la existencia de factores específicos en cada una de las economías que hoy, como México, enfrentan presiones en el alza de los precios de la economía.

La decisión de la FED de este próximo miércoles implica reducir el recurso destinado a la compra de bonos o de activos hipotecarios, es decir, recortar la cantidad de dinero que se ejerce para estimular la actividad económica y que pudiera, elevar la tasa de interés de referencia que ahora está en una banda de cero a 0.25%, cosa que tendrá que hacer en el primer trimestre del año.

Sí, mandar una señal a la economía en el sentido de que acelerará las medidas para enfrentar una inflación que preocupa a Estados Unidos.

Esto, además, tendrá que repetirse en otros Bancos Centrales.

Regularizar la política monetaria y restringir las acciones para estimular la actividad económica implicará una recomposición significativa de los flujos de capitales que se invierten en activos financieros a lo largo y ancho del mundo.

Capitales de extranjeros que se invierten en deudas soberanas (deudas emitidas por Gobiernos) o por empresas o en fondos de inversión integrados por una combinación de acciones de empresas, de deudas de empresas y de deudas de gobiernos soberanos van a redefinir sus estrategias.

Los capitales que se invierten en estos activos son volátiles.

Tan pronto llegan pueden salir.

Son inestables.

Buscan reproducir el dinero, obtener utilidades por la cantidad que invierten, al menor riesgo posible.

Como llegan esos capitales pueden salir.

No es lo mismo que la General Motors, por decir una marca, llegue a un país e invierta en una nueva fábrica cientos de millones de dólares que se queden por muchos años a trabajar en la producción de autos, a que lleguen mil millones de dólares para comprar deuda buscando atractivas tasas de interés.

Una de las características de estos capitales es que buscan confianza y retornos atractivos por su inversión.

Son renuentes a correr riesgos. Son muy, digamos, asustadizos.

Por eso, cuando se retiran de una deuda, de un país, puede haber varias razones.

La más lógica de considerar es que van a reubicarse en sedes o papeles de deuda o inversión que ofrecen más rendimientos o simple y sencillamente porque no gustan de los riesgos.

Y se han ido de México.

En 2020 se retiraron 257 mil 238 millones de pesos y durante 2021 fueron 257 mil 601 millones de pesos.

En ambos años el saldo acumulado de retiro de recursos de extranjeros de la deuda gubernamental es de 514 mil 839 millones de pesos.

Desde 1992 a 2001 nunca había existido una salida tan grande de capitales del sector de deuda.

El máximo de tenencia de valores gubernamentales en manos de extranjeros se alcanzó en 2019 cuando se llegó a tener 2 billones 148 mil 286 millones de pesos. Con respecto a esa cantidad, durante 2020 salieron 257 mil 238 millones de pesos.

¿Por qué salieron?

No había iniciado el proceso de normalización de políticas monetarias.

No había iniciado tampoco la elevación de tasas de interés de referencia en los Bancos Centrales del primer mundo.

México, tanto durante 2019 como en 2020 y 2021 estuvo ofreciendo tasas de interés alta, en comparación a muchos otros mercados.

Digamos que las razones deben de estar en otro terreno.

Se argumenta que es una muestra de la falta de confianza respecto a las medidas que está tomando el Gobierno Federal o del intento de aplicar una contrarreforma estructural en materia energética, que implica tocar la constitución y cerrarle las puertas a quienes se arroparon a la anterior reforma que el gobierno de López Obrador considera inapropiada.

Eso es un cambio en las reglas del juego.

Usted entra a ver un partido de futbol y en el medio tiempo se avisa al honorable asistente que en el segundo tiempo los que jugaban fut van a salir a jugar beisbol.

Equivalente.

No suena ilógico, pero es imposible afirmar con certeza de tener razón absoluta de que esa es una razón de fondo.

Pero de que se fueron, se fueron y la tendencia a que ello siga sucediendo.

En los primeros 10 días de 2022 ya se registraba la salida de poco más de 4 mil millones de pesos en la tenencia de valores gubernamentales en manos de extranjeros.

Ya veremos que sucede en 2022.

Le mantendremos bien informado (a).