
Grandes Pymes
Recuperar el pasado
Recuperaremos el lugar en el que ya estuvo la economía de nuestro país a finales del tercer trimestre de 2018 hasta la parte final del año 2023 o en algún punto del año 2024.
El sexenio que cursa será un ciclo perdido para el país en términos económicos.
La pobreza muy probablemente habrá crecido y la pobreza extrema también.
Hoy ya se puede hablar del peor resultado sexenal desde la administración que encabezó Miguel de la Madrid Hurtado.
No hay crecimiento, entre varias cosas, porque no hay inversión.
El absurdo es que el Gobierno pretenda que la economía crezca sin que haga nada para que ello suceda. Equivale a que usted quiera que un bebé se convierta en un sano niño de seis años, fuerte, vigoroso, travieso, inquieto, sin proveerle los alimentos que requiere para su desarrollo.
El optimismo del gobierno en los Pre-Criterios de Política Económica (abril 2022) es generoso y esa quizá sea su misión: enviar al mercado la señal de que se confía en que en este año, 2022 se conseguirá un crecimiento el término reales, es decir, ya tomando en consideración el proceso inflacionario, de 3.4%.
Siete décimas de ajuste respecto al planteamiento comprometido para el presente ciclo anual.
Sigue siendo el pronóstico más generoso.
Optimismo si tomamos en cuenta que agentes económicos ya están pronosticando crecimientos ligeramente mayores al uno por ciento y apenas iniciamos el segundo trimestre.
Con bastante frecuencia incurrimos en el error de hacer referencia a la situación de las cosas previas a la pandemia como si fuera suficiente como para recuperar esa normalidad perdida.
Pero entre esa normalidad, de finales de 2019 y la actualidad, han transcurrido 27 meses.
En empleo, por ejemplo, estamos satisfechos porque hemos recuperado los niveles de ocupación de aquel entonces, pero parecemos marginar el hecho de que en esos 27 meses transcurridos desde el inicio de 2020, en cada uno de ellos se sumaron, en promedio, 100 mil jóvenes al ejército de empleos requeridos.
Si ahora alguien quisiera garantizar teóricamente pleno empleo tendría que generar no menos de 10 millones de trabajos para quienes no tienen y para quienes tienen uno pero requieren de otro ingreso o para quienes han renunciado a buscar un empleo a pesar de estar en condiciones de emplearse.
Y no hablemos de la informalidad.
Existen muchos pendientes, pero sobre todo en el terreno de la inversión: respecto a la privada estamos 14.3 por ciento abajo del nivel que tuvo México en el primer trimestre de 2018, cuando comenzó a retroceder.
Pero la contracción no es privativa de la iniciativa empresarial; la inversión estatal está 51 por ciento por debajo al pico observado en el primer trimestre de 2009.
Hace 13 años la inversión pública estaba más de 50 por ciento por encima de la que se ha ejercido.
Convertimos (entre comillas por favor) el Gobierno Federal en una gran secretaría de compromiso social y le dimos la espalda a la posibilidad de invertir y multiplicar así las oportunidades a los sectores con menores ingresos. La inversión total está abajo 15.8% respecto a la expresada como pico en el tercer trimestre de 2015.
¿Quién puede llegar a creer que la economía del país habrá de recuperar su energía productiva perdida desde mediados de 2018 en el 2022? Ayuda un petróleo planteado en 55.1 dólares promedio y que la autoridad ahora ajusta a 92.9 dólares promedio anual en 2022 por la crisis bélica en Europa.
Si bien ayuda un petróleo más caro, deja de ayudar, resta, la necesidad de conceder estímulos fiscales (léase subsidios) a los sectores que más consumen energéticos como la gasolina.
La autoridad reconoce en los pre criterios de política económica que en el año en curso los ingresos tributarios serán 230 mil 326 millones de pesos menores ante una baja de crecimiento, baja recaudación y los estímulos al consumo de gasolinas.
Ciertamente no han sido sencillos los contextos en los que se ha tenido que mover el Gobierno Federal en los pasados tres años pero eso no le exenta de tener responsabilidades firmes en el resultado económico que se observa.
En el ciclo religioso de la Semana Santa manda la administración Lopez Obradorista que la Reforma Eléctrica pruebe suerte en la rifa legislativa provocando la molestia de la administración de Joe Biden.
No pueden entender los norteamericanos como tampoco muchos mexicanos que piensan por qué el Gobierno Mexicano actual, que firmó el refrendo del Nafta convertido en T MEC ahora pretenda cambios en las reglas del juego que en su momento aceptó. Inconcebible principio que irrita a los socios del Norte de nuestro territorio y que también juega tanto en la actitud de inversionistas nacionales y extranjeros como en la dinámica de inversión que se respira en territorio nacional.
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Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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