Visión financiera/Georgina Howard
La ley del mesías
Terrible la frase expresada por el Presidente de México: “no me vengan con el cuento de que la ley es la ley”.
Nada se requiere agregar a la frase expresada por un ciudadano que para asumir el mayor cargo al que puede aspirar un mexicano en México juró “cumplir y hacer cumplir la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos” y dentro de ella, las leyes que hay que “cumplir y hacer cumplir”.
La capacidad de AMLO para destruir valor ha resultado verdaderamente asombrosa. Su propensión a dividir y a guiar sus acciones y políticas a partir del rencor es destacable.
Por abrumadora evidencia, el Presidente jamás podrá ser considerado un estadista, precisamente lo que nuestra nación requería.
De nada le valió tener el mejor diagnóstico de las necesidades imperiosas del país.
Hasta donde vamos podemos inferir, el Presidente entregará una nación con más pobres y pobres extremos y en seis años de gobierno no habrá sido capaz de corregir nada de lo que prometió cambiar en un proceso revolucionario pacífico que pomposamente “vendió” como una “Cuarta Transformación”.
Su determinación de favorecer a la CFE por decreto, lo único que garantiza es la incapacidad de la empresa estatal de ser competitiva, eficiente, y responsable con el medio ambiente así como imposibilitada a facilitar el que México cumpla cabalmente con los compromisos signados en los Acuerdos de Paris.
La barbaridad que cuatro ministros de la SCJN permiten al no marcar como inconstitucionales las medidas impuestas en materia eléctrica por instrucciones del Presidente de nuestro país provocará que en México sea más fácil generar energías limpias que dirimir en amparos y juicios la posibilidad de seguirlo haciendo en nuestro territorio.
Judicializó el proceso de generación de energías limpias y sembró, con obstáculos, la presencia de particulares en la industria eléctrica nacional.
¿Quién en su sano juicio va a invertir dinero, millones de dólares, para establecerse en México para que antes de poder vender un watt de energía eléctrica tenga que enfrentarse en un lío legal a las autoridades federales y después esperar a que los criterios de compra de la CFE imprima justicia y razonamiento lógico en las opciones de compra?
El terrible error cometido por el Presidente y por los ministros de Justicia doblados por el titular del Ejecutivo tendrá implicaciones gravísimas que tocan ya fibras sensibles y valiosas para el futuro económico nacional.
La terquedad presidencial lesiona la relación comercial que sostenemos en calidad de socios con Estados Unidos y Canadá, así como los compromisos ante la Comunidad Europea y las naciones que han signado el TPP.
La molestia estadunidense por la manera en que AMLO pretende presionar para que su Reforma eléctrica se consiga, radica en que es violatoria a lo que la letra y los compromisos firmados en el T-Mec, que establecen, y con ello se lesiona de manera directa a una actividad, la exportadora, que se ha constituido como la turbina más destacada de la economía nacional.
No hay en el mundo país que no quisiera compartir una de las tres fronteras más grandes del mundo con la economía de consumo más grande de la tierra y además cuente con la garantía de poder acceder a ese y al mercado canadiense.
Tan solo en el mercado con Estados Unidos tuvimos en 2021 un mercado bilateral por un total de 661 mil 191 millones de dólares (mdd).
Compramos a la Unión Americana 276 mil 486 mdd y les pudimos vender 384 mil 706 mdd.
El saldo resultó superavitario para México por un total de 108 mil millones de dólares.
Nunca en la historia comercial entre México y el vecino del norte se había obtenido un total de recursos equivalentes a lo que en 2021 se intercambio entre las dos economías, aunque en cuanto a superávit se refiere (diferencias entre las compras y las ventas) fue en 2020 cuando México obtuvo el superávit más cuantioso en toda nuestra historia comercial.
Ese nivel de comercio, tan solo con Estados Unidos, representó para México en 2021 la obtención superavitaria de 230 millones de dólares por día, equivalentes a la paridad actual a 4 mil 600 millones de pesos diarios.
Es una fuente que soporta empleos, trabajos bien remunerados, una red de proveeduría que tiene más de cuatro o cinco anillos vinculados con los productos finales y es la razón fundamental que cimienta el futuro económico de nuestra nación.
¿Quién tiene el privilegio de compartir frontera de más de 3 mil kilómetros con el país que más consume, con un poder de compra alto y con la garantía de que tenemos abiertos los mercados a millares de productos?
Ahora que tanto Estados Unidos como Canadá se preparan para la mayor reconversión energética que haya vivido la humanidad, que demandará inversiones en trillones de dólares durante los siguientes 20-30 años tanto en territorios de nuestros socios como en otros continentes se abre una oportunidad histórica única, que permitiría canalizar a nuestro territorio muchísimo dinero en beneficio de la creación de empleos en nuestro territorio y la mudanza masiva de empresas de Estados Unidos y de otras nacionalidades a nuestro territorio.
La pandemia nos demostró las bondades de regresar a territorios más cercanos a empresas que en su momento pensaron que la bondad más importante era contar con procesos más baratos y por ello migraron hacia, por ejemplo, China, para colocar ahí sus puntos productivos.
La pandemia demostró las partes negativas de esas estrategias. Nada como tener cerca de tu territorio las plantas industriales necesarias en la producción de bienes finales.
La Unión Americana se ha comprometido a no producir más carros que usen energías fósiles.
Las plantas que producen esos autos también tendrán que modificar sus parámetros de producción y todo ello demanda de dinero para hacer las reconversiones.
Las empresas comprometerán el consumo de energías con escasa huella de carbono.
Tendrán que comprometer que sus proveedores entreguen energías limpias y exigirán que sus proveedores directos hagan lo mismo y que los proveedores de los proveedores comulguen con el compromiso.
No tener dispuesta en México la garantía de que la energía que se consume es sustentable, complicará la posibilidad de que se mantengan en nuestro territorio.
Alrededor de esa reconversión se exigirá multiplicar y hacer más eficientes las líneas de distribución y la fabricación de pilas y componentes requeridos para sentar las bases del cambio en los modelos eléctricos necesarios para plantas y consumidores.
La oportunidad que se nos abre para negociar con Estados Unidos y Canadá un plan trilateral para hacer posible la reconversión de manera conjunta abarcando las necesidades y procurando ser los líderes mundiales en ese proceso es mucho más importante que el artificialmente privilegiar a la CFE, limitando las acciones de empresas particulares extranjeras que ya en territorio nacional han generado electricidad a precios más bajos y con procesos más limpios.
La estrategia que menciono dejará mucho más trabajos e inversión en territorio que lo que pueda hacer la CFE como empresa cuasi monopólica repartiendo de manera arbitraria los contratos de compra de los despachos eléctricos.
La soberanía no está en mantener a las empresas del estado sin el reto de la competencia.
Está en marcar la rectoría en la materia coordinando esfuerzos conjuntos entre la empresa del estado y las privadas nacionales y extranjeras.
Quienes nos gobiernan no pueden ver lo que la realidad actual nos ofrece como oportunidad, porque no tienen la capacidad para entenderla.
México está irritando al principal socio comercial de nuestra nación y deja de lado las oportunidades que nunca antes se nos habían presentado.
Vendrá una dolorosa época en la industria energética nacional que además costará dinero y restará infinidad de oportunidades al país.
Esa es la ley del mesías.
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Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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