
Grandes Pymes La falacia del control total
Incita a la rebelión en la granja
La realidad literaria reflejada por George Orwell es recreada por México ante la Cumbre de las Américas haciendo de lado el Presidente de México el papel que pudiera jugar nuestro país en el papel de socio-amigo-vecino y específicamente la importancia que tiene la Unión Americana para nuestro presente, pero sobre todo ante el futuro.
México debe ser más que vecino y amigo, un socio confiable.
Al momento de escribir estos renglones el Presidente de nuestro país no ha confirmado su presencia en el evento pero tampoco ha dado muestras definitivas de que no estará a pesar de que había anticipado públicamente su ausencia si el país anfitrión no extendía invitación a todos los países incluyendo tanto a Venezuela como a Nicaragua y Cuba, naciones en donde resulta evidente la ausencia de prácticas democráticas.
¿Cómo justificará un cambio de decisión en caso de que revierta su amenaza?
El Presidente de nuestro país tiene razón al desear que todas las naciones estuvieran presentes en la reunión, pero es potestad del organizador el extender la invitación a todos o no.
En esos términos ideales se antoja que en el desarrollo del evento pudiera México lamentar la no existencia de una invitación generalizada.
El disenso es natural, incluso sano, sobre todo cuando en el ejercicio de la democracia y de la observancia de las formas diplomáticas se pueden externar puntos de vista distintos de manera pública estrictamente respetuosas.
Recordemos que la pandemia ha dejado importantes lecciones al mundo global.
Hay estudiosos que refieren a procesos de desglobalización pero se antoja muy anticipada esa sentencia.
Cierto que hay un reacomodo en los procesos de economía productiva global.
La lección de la interrupción en la cadena de suministro exhorta a recomponer la lista de proveedores para tenerlos geográficamente más al alcance, pero eso no quiere decir cancelar la opción de tener a terceros en la relación de quienes proveen partes para la manufactura total.
Pero la proximidad geográfica puede ser un proceso muy efímero. En la Reunión de Davos del Foro Económico Mundial recién concluída, a la que México no envía a alguien en la representación nacional, las columnas periodísticas y relatos de comunicadores se habló del concepto de la amistad como nuevo valor en las dinámicas de proveeduría, aunque en muy poco tiempo, tan pronto lanzado el concepto de valor, surgió el de la confiabilidad y confianza como principio hegemónico.
En ambos casos los rastros de los nuevos valores en la renovada dinámica global parecen aplicar a México cuando en su aproximación de la Cumbre de las Américas invita a que los miembros de la granja se alebresten ante la administración del complejo.
México, interlocutor natural y socio de la Unión Americana da la espalda a su posible función de mediador inteligente para impulsar en cambio una posición “dura” que se aleja, nos guste o no, tanto del concepto idea de un aliado comercial y productivo como de los nuevos valores de la dinámica económica global.
Los momentos económicos antojan recomendar una posición más estratégicamente prudente de México. No se trata de claudicar a principios diplomáticos históricos, sino a marcarlos en una línea en el que nuestro país se aleje de la figura del líder de la asamblea a jugar una disidencia que no le aleja de la confianza de que juega un papel de liderazgo que respeta y tiene como principio el concepto de la confiabilidad que ofrece el vecino y socio de la Unión Americana.
Confiabilidad que hoy Estados Unidos estará lejos de acreditarle al Presidente de México sin duda.
De todas nuestras exportaciones agroalimentarias que rondan 44 mil millones de dólares anuales al 2021 según datos del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas cerca del 82% van de México hacia la Unión Americana y si hablamos de importaciones de productos alimenticios desde Estados Unidos a México tendríamos un total, números gruesos, de 37 mil mdd de los cuales el 85% tienen como origen en el territorio de nuestro vecino del norte.
Somos vecinos, somos amigos, como diría John F. Kennedy, somos socios pero cuando el asunto se trata de una interlocución Estados Unidos desearía que México fuera también confiable.
En esta columna hemos insistido en que México tiene una oportunidad de oro en la alternativa de la reconversión energética de la nación que encabeza Biden.
Esa oportunidad daría una carta estratégica fundamental a nuestro país si entiende que la coordinación de políticas públicas con Estados Unidos y con Canadá en el terreno eléctrico (aún con la idea de AMLO de favorecer a la CFE) puede dar para miles de millones de dólares en inversiones para nuestro país, creación de miles de empleos de buen nivel e impactos de contenidos salariales relevantes.
Olvidemos el petróleo. Ver hacia el futuro implica subir a México en una nueva dinámica global que tendrá que privilegiar la generación limpia de energía para empresas, para particulares y para familias. La velocidad que plantean las exigencias del medio ambiente global abrirá una enorme ventana de reconversión que exigirá o provocará cientos de miles de billones de dólares en inversiones.
Pero hay narices más cortas que visiones de estadistas.
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Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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