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Las remesas de mexicanos en Estados Unidos
¿Todo bien?
Para el Quinto Informe de Gobierno el Presidente de México tendrá en el gallinero un enorme movimiento de quienes aspiran a sucederlo. Ya será Andrés Manuel López Obrador un mandatario que cada día tendrá menos poder que el que tuvo el día anterior. No le va a gustar porque todo lo que se mueva más allá de su voluntad podrá ser considerado una traición o una muestra clara de falta de disciplina.
Tenemos que recordar que Morena es, más que un partido, un movimiento que en su enorme generosidad con la idea de tomar el poder y cambiar la realidad mexicana, aceptó a clases políticas de todo género, de todo color y sabor, lo que implica dar cabida a ideologías y concepciones muy variadas que se antojan, en los extremos, incompatibles. Ahora vamos a ver quién es quién.
Por lo pronto, de aquí al siguiente Informe de Gobierno deberán adquirir mayor fortaleza aquellas piezas y sectores que en su gobierno, dice el Presidente, ya han retomado el lugar que ocupaban antes de la pandemia. Todo marcha normal y bien según traduce el entender del Presidente. Lo que no habrá de colocarse en su sitio pronto, definitivamente dentro de su responsabilidad sexenal.
Otros creen que el regreso a terrenos previos a la pandemia no se ha conseguido y si se hubiera logrado no será suficiente. Los pendientes históricos demandarán de quien suceda al Presidente de México políticas extraordinarias para un reordenamiento efectivo y avances irreversibles en áreas neurálgicas como la salud y la educación así como la estrategia de distribución más justa de la renta en México.
En Educación, señalan los especialistas como Enrique Cárdenas, dirigente de Signos Vitales, existe un rezago enorme, de dimensiones nunca antes experimentados por México. Por la pandemia 1.8 millones de estudiantes abandonaron su función educativa y la mayoría de ellos no han conseguido reestablecerla y es muy probable o lo más probable es que nunca retomen los estudios. México fue casi la única nación que paró educación de manera absoluta durante gran parte de la pandemia.
El regreso a las aulas no ha sido solo difícil en instalaciones que llegaron a ser vandalizadas durante la emergencia sanitaria, sino terribles las disposiciones que han procurado regresar rápido a la normalidad. La versión transformadora del actual gobierno federal en materia educativa han sido nefastas según afirman los especialistas que en México saben de la materia.
De la ciencia y tecnología ni hablar. La ciencia mexicana ha tenido que vivir un sexenio sabático.
La factura en el terreno educativo nacional no es cuantitativa, es fundamentalmente cualitativa. Será prudente comenzar de cero tanto como lo habría que hacerse en materia de salud, donde quizá se localice el más grave de los pendientes.
Se tiene el dato oficial al que no se hace referencia, que por la pandemia 16 millones de mexicanos perdieron su contacto con los sistemas de salud del Estado. El deterioro en este sector es el más alto que se haya diagnosticado desde la época post revolucionaria. Se desarticuló un sistema (el Seguro Popular) bajo supuestos de ineficiencia y corrupción y no hubo nada que lo reemplazara, ya no digamos mejor… se destruyó sin que lo que seguía tuviera sustancia o idea siquiera.
El desabasto de medicinas, por más que se afirme lo contrario, no mejora y refleja en el tema de niños con cáncer y en general pacientes con el problema, su más desafortunado ejemplo de ineficiencia. México ha tenido a grandes pensadores en educación y en salud, pero nunca de tan bajos niveles como los actuales titulares de esas carteras.
Un gobierno que tiene hecho bolas el engrudo difícilmente puede ofrecer resultados positivos en lo económico. Si bien es cierto el Presidente acierta al afirmar que los indicadores que solo miden el crecimiento dan la espalda a lo fundamental, el bienestar de las familias, guste o no guste a Andrés Manuel López Obrador la entrada para una política de bienestar tiene que pasar por la estación del crecimiento económico, de la inversión y de una reforma hacendaria que no solo ofrezca buenos resultados en niveles de recaudación sino comprometa políticas consistentes en materia de distribución de recursos para revertir las condiciones que en determinadas regiones propician la pobreza.
No hay que temer a la política de dar dinero en ventanillas a poblaciones afectadas por determinadas calamidades como la maternidad sin apoyo de la figura paterna, violencia familiar, discapacidad, o varios otros, pero no es solo mediante este esquema que se logran revertir de manera estructural esos problemas sino incidiendo en los factores estructurales que les propician.
En ese sentido el Presidente, al afirmar que la brecha entre los más pobres y los más ricos se ha acortado y que ahora existen menos pobres que cuando él recibió la Presidencia peca de optimista. Avanzar algunas décimas no permite anunciar con contundencia que se ha triunfado.
Ahora los indicadores sí señalan que el decil más pobre de la población (10 por ciento de mexicanos con menores ingresos) no perdió ingresos durante la pandemia. Faltaría explicar que mientras el decil más pobre se defendió, 90 por ciento de la población con mayores ingresos si fue afectada por la pandemia en distintos grados.
Pocas décimas de avance no permiten asegurar tajantemente que las políticas públicas resultaron exitosas en su misión de abatir la pobreza y arrojar esquemas de distribución del ingreso menos injustas. El asunto de la inflación puede cambiar esas condiciones y si no se controla pasará distintas facturas 100 por ciento de la población.
El tiempo será el que nos permita conocer el resultado final de un sexenio que a muchos de nosotros nos ha parecido francamente desastroso. Tan tan.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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