Visión financiera
Los ojos en la espalda
Qué terrible es tener puestos los ojos en la espalda.
Cuando se avanza nunca deja de verse al pasado y, en consecuencia, se toman las decisiones que con bastante frecuencia resultan muy equivocadas y absolutamente fuera de contexto actual.
Quien tiene así la mirada puesta, adora los momentos de oro del país centradas en la década de los años sesenta en el contexto del desarrollo estabilizador y de las crisis de los años ochenta toma la base para replantear sus decisiones y evitar los errores que por aquellos años no solo México, sino muchas naciones de América Latina cometieron y que derivaron en la definición de una época marcada como la década perdida.
Los retrocesos sociales fueron terribles y marcaron las bases para la existencia de una pobreza endémica que aún padecen nuestros pueblos.
De ésas épocas la idea equivocada en el sentido de que el salario es causante de inflación y que resulta la variable a controlar como ya se ejerció durante más de 40 años sin que fuéramos capaces de vacunarnos del mal de la carestía y sí incrementáramos la pobreza de nuestros pueblos.
En aquel entonces aún prevalecía el mundo bipolar y la idea de que México era la trastienda o patio trasero de Estados Unidos y como tal nos trataba era uno de los conceptos fundamentales de un nacionalismo arraigado en las comunidades organizadas de la sociedad civil.
Pero los tiempos cambian aunque el Presidente no tiene la capacidad de darse cuenta de ello.
Entonces el mundo era bipolar y se definía entre los intereses de la Unión Soviética y los de Estados Unidos.
Actualmente, las influencias de poder económico son mayores en número y en profundidad de los mercados en juego.
Los escenarios de la economía global están en debate por las grandes potencias que redefinen de manera hostil la nueva geometría económica global.
Mire lo que pasa entre Corea del Norte y Japón, China y Taiwan, Rusia y Ucrania.
Estados Unidos metido en todas partes mientras la segunda economía del mundo se prepara para dar el golpe.
El asunto de la hegemonía en la producción de los microcomponentes es parte de ese debate, de esa guerra sorda en materia de economía global.
Querámoslo o no, nosotros jugamos una parte en ese estira y afloja. Eso de hacernos los tarugos como que no nos damos cuenta no ayudará a que la relación con nuestros socios mejore.
Al Presidente le falta la virtud de la visión de largo alcance. Su miopía es históricamente destacadísima. Lo vamos a distinguir en pocos años.
Cuando estos renglones se escriben inicia el Congreso número 20 del Partido Comunista Chino en donde Xi Jiping es consagrado por un tercer quinquenio consecutivo de una China muy distinta a la que en 1987 gobernaba Deng Xiaoping.
Imposible olvidar que un burócrata gris con privilegios para viajar al extranjero había llegado a México para conocer de cerca la experiencia del Programa de Maquila para la exportación que arrancó nuestro país y que copió materialmente China por la presencia de Jiang Zemin quien en otro momento llegó a la Presidencia de esa nación asiática.
El éxito maquilador chino tiene su base en el modelo mexicano de maquila de exportación que Jiang Zemin materialmente copió luego de su peinado por cerca de seis meses por toda la frontera entre México y los Estados Unidos.
Ahora las cosas son diametralmente distintas.
En 1987 China ya arrancaba sus grandes reformas económicas que la convertirían en la segunda economìa del mundo mientras México y Estados Unidos sostenían un intercambio comercial de 34 mil 852 mdd (durante todo ese año) que es nada en comparación de lo que nuestras naciones intercambian en un solo mes. Tomemos el caso de agosto de 2022 cuando el comercio bilateral sumó, tan solo en el mes de agosto, los 70 mil 298 millones de dólares.
La interrelación entre México y Estados Unidos ha sido enorme y ha ganado profundidades insospechadas en 1993 cuando se daban las pinceladas últimas al primer acuerdo comercial entre ambas naciones y Canadá.
Ahora ya se habla de contextos regionales y al concepto nación soberana tendría que considerarse el interés de las regiones en el contexto de la economía global.
La interrelación entre México y el norte de nuestras fronteras exige una revisión que no desconozca el concepto soberano, pero que integre el de interrelación regional que exige la globalización económica.
En ese escenario debe entenderse ya la relación entre México, Estados Unidos y Canadá. Somos una región que debe entender un proceso de complementación en el que iniciemos juntos un proceso de reformas comunes procurando sobre todo y ante todo que cada nación procure los mejores beneficios para sus poblaciones sin sacrificios de las de los países socios.
México debe aspirar a que en esa relación societaria económica encontremos la forma de que nuestra población viva mejor o tenga al menos esa perspectiva real al alcance de los siguientes años.
México requiere de la inversión privada tanto nacional y extranjera para establecer en nuestro territorio tanto la infraestructura necesaria para la transformación que requiere de cualquier país el cambio de paradigmas energéticos que exige el proceso global con respeto a las nuevas políticas ambientales. No lo podrá hacer solo ningún gobierno en el mundo. Se requiere del concurso de capitales privados de cualquier latitud porque las inversiones necesarias son cuantiosas. Lo requiere también Canadá y Estados Unidos. Ninguna nación podrá sola asumir con éxito ese reto. Privarnos de esa posibilidad limitará seriamente las capacidades de terminar el reto con el cumplimiento de nuestros propósitos.
No es posible conseguirlo caminando con la espalda hacia el futuro solo porque ahí tenemos pegados los ojos.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo
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