Descomplicado
Rifa de risa
La cuarta transformación nos pichó dos bolas de humo patrio; la rifa del avión y el juicio a cinco expresidentes.
La primera ya pasó y pasó mal.
La segunda viene como curva ensalivada y de la cual seguiremos hablando un rato.
Me voy a ocupar de la rifa de risa.
Cuando López Obrador reconoció que la ex aeronave presidencial nomás no se vendía, decidió rifarla en magno sorteo especial. Pintó números gordos; 6 millones de cachitos, de a 500 pesos cada uno, darían 3 mil millones de pesos. Dijo que el aparato cuesta 2 mil por tanto sobrarían mil para enchular el sistema de salud; que la bolsa para pagar los premios estaba garantizada.
En aquella cena de los tamalitos de chipilín, con los ricos más machuchones de México, el presidente dijo que de los 6 millones de cachitos había amarrado venderle la mitad al empresariado, pero la pandemia llegó y la promesa se cebó. Entonces el gobierno tuvo que comprar de su bolsa un millón de boletos; gastó 500 millones de pesos. Casi dos millones de huerfanitos simplemente quedaron huerfanitos. No se vendieron.
Entonces de los 3 mil millones de pesos prometidos, en realidad se vendieron 4 millones 200 mil de boletos, lo que dio un ingreso de 2 mil 100 millones, menos los 2 mil millones del premio, el saldo es 100 millones, menos comisiones a billeteros por 168 millones, en realidad hubo una pérdida de 68 millones, lo cual da como resultado un pésimo negocio.
Todo esto sin contar que México resta por pagar 3 mil 800 millones por concepto de arrendamiento de la aeronave, pero esa es otra cuenta y otro cuento.
Total, la rifa del avión que no sale ni en rifa es el surrealismo total.
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Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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