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SOLIDARIDAD, QRoo, 2 de septiembre de 2019.- “El alcoholismo es una enfermedad que, sin darse cuenta, lleva a los que la padecen a vivir un infierno y hacen pasar vergüenzas a quienes nos aman, ya no quiero que a mis hijas les digan: tu papá es un borrachito buena onda”, dijo el hombre.
“Hay puertas que se cierran, que el alcohol no nos permite ver, y en cambio nos lleva a abrir otras equivocadas y es hasta ese punto cuando uno se da cuenta del daño irreparable que provoca el alcohol en la familia, en el trabajo, en nuestros amigos”, confirma.
Algunas veces, dice, es ya demasiado tarde para recuperar todo. ” Yo incluso estuve a punto de perder a mi familia y el trabajo, pero aquí estoy, de pie, admitiendo que me he equivocado y que quiero recuperar a esa persona que puedo ser, para ejemplo de mi familia y de mis compañeros”.
El hombre hace su confesión ante mucha gente, vestido de guayabera blanca y zapatos rigurosamente lustrados.
Toma una hoja doblada en pedacitos, y en el estrado,con la voz entrecortada, asume un compromiso ante cientos de personas presentes, a los que llamó, “compañeros, amigos todos”. Aprovechó la clausura de un evento de prevención de adicciones.
“Hoy me comprometo a no tomar, no ingerir bebidas alcohólicas, por la gente que me quiere, por mi familia y por un amigo, aquí presente, que me dio la oportunidad de trabajar con él, ayudando a muchos hombres y mujeres que a diario luchan contra este vicio que no abona a la formación de seres humanos”, detalla.
Visiblemente nervioso, expresa con voz entrecortada su escueto mensaje, que caló hondo; que cimbró al auditorio que aplaudió.
El hombre desciende del templete y abajo se funde en un abrazo con un compañero a quien dijo: “le debo mucho, porque creyó en mí cuando nadie lo hizo”.
Minutos antes, en presídium, había importantes personajes que en lenguaje fluido y ante el micrófono se pronunciaron sobre el tema de las adicciones.
Al fondo del salón, del lado izquierdo, él apenas levantó la cabeza para agradecer cuando escuchó su nombre, titubeó un poco, pero se levantó de su asiento y caminó al atril.
Allí, de pie y con manos temblorosas, leyó su papelito y a punto del llanto, tomo valor:
“Me asumo alcohólico, he batallado con el vicio, no he podido ganarle, pero hoy, quiero hacer un pacto conmigo y con una persona que está aquí”, y señaló a alguien, a sus espaldas, “él me dio la oportunidad de trabajar y hoy quiero decirle que voy a dejar el vicio, voy a trabajar a conciencia para ser ejemplo de mis compañeros, de mis hijas”.
El discurso, corto, pero rebosante de emociones, despertó los aplausos de la audiencia, que incluso se puso de pie para reconocer a este hombre de Quintana Roo que, con humildad, pero mostrando decisión, se comprometió a luchar para ganarle a esta mortal enfermedad.
Lo conozco, sé que es un buen hombre, entregado a su trabajo, ama a su familia y, sin duda, puede ser un gran ejemplo para sus compañeros, para que muchos se animen a dejar el vicio y se permitan vivir, dijo solo el amigo cuando la reportera quiso hurgar en sus historias.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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