OTHÓN P. BLANCO, Qroo, 24 de febrero de 2019.- Independientemente de lo que suceda en unas cuantas horas, en la premiación del Óscar, Yalitza Aparicio y México ya ganaron. Ella porque de ser una profesora indígena de origen mixteco, desconocida para la gran mayoría de mexicanos, no solo ha sido nominada como mejor actriz sino que, como ella misma afirma, está viviendo un sueño, convertida en celebridad, admirada, consentida, vestida y fotografiada por los modistos y revistas más famosos del mundo.México también gana, pero de una manera muy diferente, ya que como dice el guionista, director y productor mexicano, Alfonso Cuarón, si algo demostró la película Roma y la imprevista fama de Yalitza es que vivimos en un país profundamente racista, donde se ponderan los rasgos étnicos de una minoría blanca sobre los que tenemos la mayoría indígena y mestiza del país. Los insultos y ofensas vertidas en las redes sociales contra una mujer que según algunos y algunas no debía ser nominada por ser “una pinche india” nos dejó a todos y todas en claro que la mayoría de la población vivimos bajo el estigma de ser “feos” y “feas” por nuestro color y rasgos físicos. Esto último tiene consecuencias políticas y sociales dolorosas en sí mismas y que contribuyen a perpetuar la injusticia social que prevalece en México.  Sirva pues esta nominación no solo para premiar la magnífica dirección del mexicano Alfonso Cuarón; la fotografía excelsa que pudimos disfrutar en Roma, y la impecable actuación de Yalitza, sino sobre todo, para reflexionar también y diseñar estrategias para acabar con el racismo y el etnocentrismo de una minoría blanca y sus terribles consecuencias históricas y actuales. Si Yalitza y/o Cuarón ganan o no un Óscar, eso en realidad ya es lo de menos.