Disfrutan turistas playa pública del centro pese a frío invernal
TULUM, QRoo, 15 de septiembre de 2019.- El buitre devorando los restos de algún animal muerto que fue atropellado y diversos proyectos que se abren entre la selva delatados por los pequeños cerros de piedras tiradas a la vera de la carretera estatal Cobá-Tulum son una extraña postal de esta arteria por donde a diario transitan miles de turistas que aún observan resquicios culturales de las raíces mayas.
Al paso del corredor conocido como Zona de Transición se encuentran las comunidades mayas de Macario Gómez, Francisco Uh May, Manuel Antonio Ay para de ahí continuar el camino y llegar a Cobá, donde se ubica la zona arqueológica del mismo nombre y la segunda más visitada de Quintana Roo.
Entre Macario Gómez y Francisco Uh May, localidades que guardan resquicios de la milenaria cultura maya, crecen día a día los negocios, la mayoría en palapas rústicas que ofertan al visitante diversas artesanías, pero otros establecimientos son ya modernos y vanguardistas y se observan en esa vía que parte de la cabecera municipal de Tulum.
Entre esas comunidades se observan también algunos restaurantes y hotelitos de reciente creación y al llegar al entronque hacia Cobá está la opción de continuar la ruta hacia Valladolid, Yucatán o Nuevo Xcan.
Son estos lugares cada vez más visitados por los turistas que en su mayoría salen de sus hoteles cinco estrellas, mundo de los ricos que mira con desdén la humildad y modestia con la que viven cientos de mayas en esta zona que abre generosa sus puertas a una cultura que ya no guarda secretos.
Apenas el viajante se sumerge en esta serpenteante carretera, y una selva en color verde con matices sepia en algunos terrenos; las palapas con techo de zacate mantienen a flote negocios a base de esfuerzo, otro poco de persistencia y mucho de tenacidad, en un submundo que es devorado por el surrealismo de los hoteles cinco estrellas de la Riviera Maya.
Por la carretera y sus muchos kilómetros aún recorren también motociclistas, mototaxis y bicicletas con hombres y mujeres que han decidido quedarse a vivir sus tierras renunciando a la vida que ofrece la Riviera Maya.
“Aquí vivimos, aquí moriremos” confiesa un habitante de Francisco Uh May que señala su negocio, un restaurant de comida que ha servido durante muchos años tacos de cochinita, platillos de relleno negro, salbutes y salpicón de venado a los comensales que bajan de un autobús y consumen del menú que ofrece platillos de la tradicional comida yucateca.
Mas allá, en un tope, donde recientemente, un grupo de muchachos de una denominación religiosa, tomaron ese punto para regalar libros, despistadas parejas se citan en un domingo en un parque adornado por unos cuantos árboles en contraste brutal con la tupida selva y enormes árboles.
Sobre la carretera, son evidentes los desarrollos inmobiliarios que se abren paso entre la vegetación y que han rellenado los caminos de sacab luciendo el blanco de las venas que se adentra en el monte donde lejanas se asoman casas en construcción, desarrollos para gente pudiente que puede pagar en dólares, no para los locales que continuarán con sus palapas de zacate y cerca de madera.
La zona maya del norte de Quintana Roo al sureste del país, no deja de sorprender, de las vigas de los negocios, cuelgan infinidad de motivos, souvenirs, atrapasueños, un negocio pintado de color crema expende productos naturales a base de miel, un joven pulcramente vestido le atiende, una mujer y un hombre han detenido su marcha e ingresan para preguntar por producto, la compra de la pareja 270 pesos, entre jaleas, miel, acondicionador para cabello y algo para el dolor de articulaciones.
Es domingo, la venta de los restaurantes no cesa, en un mal día, añade don Jorge: “vendemos dos mil pesos, pero en un buen día cuando un autobús se detiene y bajan sus pasajeros si nos va bien, a veces consumen hasta 7 mil pesos, no nos podemos quejar y nos alcanza para irla pasando”.
Muchos de los habitantes de esa zona son huraños, apenas levantan la vista y saludan entre dientes, “no es que desconfiemos” cuenta doña Rosalba “es que aquí de por sí son tímidos”, excusa.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Quadratín Quintana Roo.
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